El día en el que Juan Carlos I casi pierde la corona por su traición a Franco
El futuro del rey pendía de un hilo por sus movimientos hacia la apertura democrática

El día en el que Juan Carlos I casi pierde la corona por su traición a Franco
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Cuando Franco murió, España se sumió en una mezcla de miedo, incertidumbre y esperanza. En ese contexto se sitúa Herencia, la primera novela del periodista Jesús Gallego, que reconstruye los días posteriores al 20 de noviembre de 1975 con una mirada crítica y profundamente documentada. "La novela parte de un hecho real del que me enteré cuando tenía siete años", cuenta Gallego. "Mi madre fue una de las miles de personas que pasaron por delante del cadáver de Franco. Pero lo que más me impactó fue descubrir que mi abuelo había estado en la cárcel, juzgado por el Tribunal contra el comunismo y el espionaje, por haber prestado unas mulas al enlace de los maquis".
La novela, publicada por Roca Editorial, entrelaza tres historias: la de Manuela, una mujer franquista "por inercia"; la de Jaime, un procurador carlista que desconfía del rey Juan Carlos; y la de José Luis, un joven recién integrado en ETA. A través de ellos, Gallego retrata un país dividido, donde incluso la sucesión del dictador estuvo en peligro.
"Los duros del régimen sabían que el Rey iba a traicionar a Franco", afirma Gallego. "Hubo un movimiento para que rectificara y nombrara a Alfonso de Borbón, el marido de la nieta de Franco. Ese movimiento lo lideró la propia familia del dictador, especialmente el marqués de Villaverde".
La novela revela que Juan Carlos I, pese a haber jurado fidelidad a los principios del Movimiento Nacional, se movía discretamente con la oposición. "Hay una reunión en París entre un sobrino de Franco y Santiago Carrillo, en nombre del rey. Eso demuestra que Juan Carlos estaba ya negociando una apertura democrática".
Gallego no duda en afirmar que "el rey engañó a Franco y al franquismo". En su discurso de proclamación como heredero en 1969, Juan Carlos dijo: "Recibo el poder legítimamente conseguido con el movimiento del 18 de julio", lo que provocó una ovación unánime en las Cortes. "Pero luego no respetó esos principios. Incluso hubo intentos de someterle a un juramento público ante excombatientes y falangistas para que se comprometiera a mantener el régimen".





