Recelar de los inmigrantes

Madrid

El Partido Popular ha esbozado una política sobre la inmigración. No es muy detallada: solo ha escrito tres folios este fin de semana en su Declaración de Murcia; eso sí, completados con declaraciones verbales.

Está bien que la oposición proponga y que lo haga por escrito, en vez de agitar al personal simplemente con lemas, consignas y arengas. Además, el texto supone una cierta marcha atrás desde cuando Miguel Tellado y Alberto Núñez Feijóo aplaudían las deportaciones masivas de la ultra italiana Giorgia Meloni. Que, claro está, han fracasado rotundamente por ilegales.

Ahí se acaba lo bueno de la propuesta. Lo malo son sus varios graves agujeros negros. Primero, prácticamente solo se centra en combatir a la inmigración que llaman “irregular” (en realidad, sin papeles, pues no hay personas “irregulares”). Que solo supone solo una ínfima parte del fujo total: de los que llegan a Europa, entre el 5% y el 10%, según el año. Y la afición conservadora por escoger entre los que nos gustan y los que no, carece de sentido para el grueso de los simpapeles, pues son refugiados/asilados, que huyen del hambre y de la persecución política: asilar no es una devoción, sino una obligación del derecho internacional.

Otro agujero es la ignorancia. Propone el PP que solo reciba el ingreso mínimo vital quien resida legalmente en España, como palanca para combatir subvenciones sociales excesivas. Pero es que esa limitación ya existe ahora mismo en la normativa.

Y el tercer agujero negro es su recelo contra los inmigrantes no latinoamericanos, que es lo que en realidad dice cuando postula primar mucho a los de igual cultura y lengua. Es un recelo de aroma racista (porque los latinos en su mayoría no son negros); de sabor colonial (ya sabemos cómo explotarlos); y lleno de prejuicios, pues las diferencias de encaje son producto de muchas circunstancias individuales, más que de la etnia, la religión o el país de procedencia.