James Rhodes: "Mi profesor de piano no me dijo nada bonito hasta que vino a verme a un concierto"

El pianista James Rhodes (Londres, 1975) ha tocado en algunos de los recintos y teatros más prestigiosos del mundo, como el Royal Albert Hall de Londres, el Teatro Real de Madrid o el Koerner Hall de Toronto. Por eso sorprende cuando cuenta que dejó de tocar el piano durante una década, y que no lo retomó hasta los 28 años: "Cuando volví a poner los dedos en las teclas fue un desastre, como empezar a jugar al tenis y querer ganar Wimbledon".

Fueron su talento y las cinco o seis horas diarias de trabajo las que permitieron que Rhodes fuera capaz de tocar las sonatas de Chopin. Todo auspiciado por su profesor de piano, el italiano Edoardo Strabbioli, un hombre con métodos de enseñanza cuestionables, pero efectivos en el caso de Rhodes. "Durante años me gritó, me escupió... y no decía ni una palabra cuando lo hacía bien. No he estado tan nervioso como el día que vino a verme tocar. Al terminar, me dijo que habría pagado diez veces más por escuchar tan solo la primera pieza, y que había sido siempre su mejor estudiante. Solo podía pensar que no me había dicho nada bonito en la casi década que fue mi profesor".

La música ha marcado la vida de James Rhodes desde que por casualidad llegó a su walkman la versión para piano de 'La Chacona' de Johann Sebastian Bach, compuesta por Ferruccio Busoni. Los grandes clásicos se convirtieron en su oxígeno cuando trataba de sobrellevar el trauma de los abusos sexuales que sufrió de manos de su profesor de gimnasia durante la infancia, y que relató en su libro "Instrumental: Memorias de música, medicina y locura", publicado en 2014. Por eso reivindica que los niños tengan acceso a la música desde el colegio: "Hoy en día parece que si no perteneces a una familia con pasta, tienes que olvidarte de las clases de piano o violín".

Su último trabajo, 'MANíA', es un recorrido musical por su vida, desde el infierno de Londres hasta el paraíso que encontró en España, país del que es ciudadano desde diciembre de 2020. El objetivo es que cada uno de los conciertos de su gira sea una oportunidad para que el espectador se libere de las normas de la música clásica y se deje llevar por lo que está escuchando. "Las salas de conciertos son lo único que nos queda para escapar de un mundo que a veces parece tan desafiante"