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Era el favorito para ganar el Oscar en todas las quinielas pero Sean Penn dio la sorpresa: "Se quedó con un palmo de narices"

Perdió el premio que todos daban por suyo, pero convirtió la derrota en una carrera llena de personajes memorables y colaboraciones legendarias

Era el favorito para ganar el Oscar en todas las quinielas pero Sean Penn dio la sorpresa: "Se quedó con un palmo de narices"

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Bill Murray lo tenía todo para ganar el Oscar en 2004 por su papel en Lost in Translation, la película de Sofía Coppola que lo redescubrió como actor dramático y lo convirtió en icono del cine independiente. Había ganado el Globo de Oro, acumulaba elogios de la crítica y lideraba todas las quinielas. Pero la noche de los Oscar dio un giro inesperado: la estatuilla fue para Sean Penn por Mystic River, dejando a Murray "con un palmo de narices".

El propio actor lo reconoció años después con su característico tono irónico: "Realmente creía que tenía muchas posibilidades de ganarlo y me quedé sorprendido. No me enfadé ni nada de eso, solo fue como… ¿qué ha pasado? Pero bueno, la Academia hace estas cosas divertidas a veces".

La decepción no frenó su carrera. Poco después protagonizó Flores rotas, dirigida por Jim Jarmusch, donde interpretaba a un mujeriego que recorre el país visitando a sus exnovias para descubrir cuál de ellas le ha escrito una carta revelando que tiene un hijo. Una película melancólica y sutil que volvió a demostrar su talento para los personajes introspectivos.

Desde entonces, Murray se ha convertido en uno de los actores fetiche de Wes Anderson, participando en casi todas sus películas, Los Tenenbaums, Viaje a Darjeeling, Moonrise Kingdom, El Gran Hotel Budapest, Life Aquatic, excepto Asteroid City. "Es muy divertido, nos hemos hecho grandes amigos y le quiero mucho", comentó Anderson sobre él en una entrevista. "Es alguien que ha hecho del hacer películas su vida".

En los últimos años, Murray ha seguido explorando registros diversos: desde el cine indie (Saint Vincent, On the Rocks) hasta superproducciones como Ant-Man y la Avispa, pasando por secuelas de Los Cazafantasmas y comedias de zombis como Zombieland o Los muertos no mueren, otra vez con Jarmusch.

A sus 75 años, el actor asegura que no piensa retirarse: "No creo que pueda dejarlo porque realmente amo lo que hago. Me encanta actuar y es actuando cuando doy lo mejor que hay en mí, cuando muestro mi mejor cara como ser humano. Adoro la mentalidad de gitanos que hay en el negocio del cine, ir de un lado a otro con un grupo de personas con las que intimas mucho durante un par de meses y luego quizá no vuelvas a ver".

Bill Murray sigue siendo ese actor imprevisible, melancólico y magnético que, aunque no tenga un Oscar en su vitrina, ha conquistado el cariño de varias generaciones de cinéfilos.

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Bill Murray, ‘El hombre que pudo reinar’ y Enfermera Ratched

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