Jacinto Garzón, entrenador de la campeona olímpica y mundial María Pérez: "Yo soy un gestor de sueños"

Madrid

Todavía se emociona al escuchar los últimos éxitos de su pupila María Pérez, una leyenda de la marcha mundial, cuatro veces campeona del mundo y campeona y subcampeona olímpica durante los pasados Juegos Olímpicos de París, en 2024. "Cada vez que lo veo o lo escucho me pone los pelos de punta, nunca me canso de recordarlo porque es algo único".

Jacinto Garzón sabe lo que es sufrir y la emoción de hacer kilómetros como corredor de marcha, una especialidad atlética que le atrapó de joven y que él define como "la Fórmula 1 de los que caminan. Requiere -asegura- de aprendizaje y de técnica, claro, pero tampoco es del todo inhabitual. Por las calles podemos ver a gente que anda un poco raro".

Pero los designios, y mucho más los del deporte de élite, son caprichosos y no siempre fáciles de explicar; porque en el año dos mil, el que lo ganaba todo en las categorías inferiores dejó de correr como lo había hecho hasta entonces. "A mí me gustaba correr, pero es verdad que pronto fui consciente de mis posibilidades, yo no tenía el talento de otros, ni esa capacidad por ejemplo de María Pérez, claro. Por otra parte yo, que soy profesor, siempre me he considerado un enamorado de la docencia, y cuando empecé a entrenar me propuse tratar de ser el mejor entrenador que llevaba dentro. Me considero un gestor de sueños", aclara Garzón.

Llegó entonces la otra faceta, la de enseñar a correr a otros y otras... Y no enseñar a correr a cualquiera. Porque el día que se encontró de frente con María Pérez, cuando esta tenía apenas trece años, iba a cambiar la vida de ambos. "Me gusta siempre destacar la humildad de María Pérez, pero yo creo que ya podemos decir que es la mejor atleta de marcha de toda la historia, alguien con unas condiciones innatas para practicar este deporte, la que marcha a 14 kilómetros por hora de media, pero la que sobre todo tiene una fortaleza mental y una capacidad de sufrimiento increíbles. María gana y cada vez gana de una forma más épica".

Preguntado por la rutina de entrenar en la élite del atletismo y de la relación de un entrenador con su atleta, Jacinto Garzón comenta que a medida que se acerca el día de la competición de alguna manera se va alejando la capacidad de influencia del entrenador, aunque "siempre hay un punto concreto del recorrido, cuando los atletas se provisionan de agua y ese es el punto de referencia en el que el entrenador manda algún mensaje de cómo va la competición y es el momento de conectar las miradas y hacer un chequeo para saber cómo estamos. Con María, por ejemplo, es fácil. Ella es muy expresiva y muchas veces con una sola mirada ella es la que nos genera tranquilidad".

Jacinto Garzón, de profesión docente, ha tenido que conciliar la tarea de entrenar a marchadores y de enseñar en un colegio, una doble función no siempre fácil hasta que hace seis meses consiguió una excedencia como educador en su colegio. "No es un adiós definitivo, pienso que volveré, pero ahora lo he aparcado para tener más tiempo para vivir algo que no me quería perder, mi faceta de entrenador". Ahora, Jacinto Garzón, pone la mirada en nuevos retos, cuyo techo visual parece estar en la ciudad estadounidense de Los Ángeles y en la celebración de sus segundos juegos olímpicos, en el año 2028.