La obsesión de Maya Pixelskaya por los museos extravagantes que le llevó a uno de los más extraños del mundo
"Me vi reflejada en el pene de cachalote de 1,75 metros"

La obsesión de Maya Pixelskaya por los museos extravagantes que le llevó a uno de los más extraños del mundo
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Maya Pixelskaya no visita museos por obligación cultural. Lo hace por placer, por vicio, y por una curiosa mezcla de hedonismo y fascinación por lo raro. "Mi plan perfecto es ir a un museo, cogerse un pedo y luego una siesta", confesó entre carcajadas en el programa A las bravas de la SER. Y lo dice en serio.
Pixelskaya, artista visual y divulgadora cultural, ha convertido los museos en escenarios de experiencias sensoriales completas. No solo analiza las obras expuestas, también los detalles más insólitos de la visita. "He hecho reviews del papel higiénico de algunos museos", contó. Y, como no podía ser de otra forma, se prestó a hacer una reseña improvisada del papel higiénico de la propia Cadena SER.
Pero si hay un museo que le ha dejado huella, literal y metafórica, es el Museo del Pene en Reikiavik, Islandia. "Probablemente es el museo más raro en el que he estado. Está construido alrededor de un objeto: el pene de cachalote que hay según entras, que mide 1,75, lo que mido yo. Entonces te ves a ti misma como pene de cachalote, proyectada tu sombra en pene", relató.
La visita fue en compañía de su padre, veterinario, quien le explicó detalles anatómicos de los penes animales. "Hay especies cuyo pene tiene una base de hueso. No retuve cuáles, pero eso ayuda… como una aceituna con hueso", bromeó. "Aunque claro, la aceituna te la quieres comer y lo otro… depende de cada persona".
Tras confesar su fascinación por los museos raros "me encantan esas cosas, cuanto más extravagante, mejor", Maya Pixelskaya recibió una recomendación inesperada por parte de Raúl Pérez: el Victor Wynd Museum of Curiosities, Fine Art and Natural History, en Londres. Pixelskaya no lo conocía, pero la descripción le atrapó al instante.
"Tiene objetos loquísimos, supuestamente sangre de no sé quién, cosas de Gengis Kan...", explicó Raúl. "Me encantan esas cosas”, dijo Maya. Y confesó su fascinación por colecciones extremas: "Cuando hay alguno en la Biblioteca Nacional de fetos deformes y cosas así, me gusta mucho ir".





