Soledad Gallego-Díaz: "Todos juntos en un mismo lugar es la pesadilla de cualquier responsable de seguridad"

Madrid

La reunión del pasado jueves del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, con más de 800 generales y almirantes en una base en Virginia fue una verdadera locura, sobre todos desde el punto de vista de la seguridad.

Esos 800 altos militares traídos de todos los rincones del mundo son quienes realmente tienen el mando de las fuerzas armadas del país, y Hegseth solo les dijo tres o cuatro banalidades, entre otras cosas, que deben estar en buena forma física, que está harto de ver generales gordos, y que quiere que recuperen la imagen de masculinidad del soldado. (¿Y qué pasa con las mujeres militares?, debieron pensar los asistentes).

Para colmo, el secretario de Defensa, o de Guerra, como se llama ahora su departamento, llevó como invitado sorpresa al comandante en jefe, el decir al presidente Donald Trump, lo que implicaba aun mayor locura. Todos juntos en un mismo lugar es la pesadilla de cualquier responsable de seguridad.

La reunión fue muy peculiar. Cuando Hegseth acabó su discurso nadie aplaudió. De hecho, Trump bromeó con que nunca había entrado en una sala tan silenciosa. El presidente advirtió a los militares que deberían involucrarse en la lucha contra lo que él llamó “enemigos internos”, es decir, quienes participen en disturbios civiles o quizás en simpes manifestaciones. ¿Cuál fue el objetivo real de esta extraña reunión?, se preguntaban al día siguiente muchos comentaristas. Quizás recordar a los militares quien manda y quien puede cesarles sin dar mayores explicaciones. Difícil pensar que esos 800 generales y almirantes salieran mínimamente contentos de la reunión.