Hundir la flota en el Caribe
Estados Unidos señala a Venezuela en un intento de “resquebrajar el régimen”, pese a no ser la principal vía de salida de la droga, que fluye desde el Pacífico

Como Israel frente a las costas de Gaza, su aliado Donald Trump está jugando a hundir la flota en el mar del Caribe. Inquieta y ha provocado alarma el despliegue naval estadounidense frente a las costas de Venezuela con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico que conecta a Estados Unidos con América Latina. El gabinete de Trump habla de narcoterrorismo y hasta compara las bandas con Al Qaeda, como hizo el secretario de Defensa Pete Hegseth. Las fragatas estadounidenses ya han actuado contra varias lanchas con consecuencias fatales para la tripulación.
Hasta hace unas semanas sólo la Guardia Costera estadounidense patrullaba la zona, realizando operaciones policiales muy medidas apoyadas por informaciones de inteligencia, y contaban a menudo con la colaboración de los países de la zona. Pero ahora, un despliegue militar con al menos 7.000 soldados en el sur del mar Caribe ha sorprendido por su rapidez y su tamaño. Consiste en ocho buques de guerra, aviones de vigilancia P8, un submarino y diez cazas F-35. Dos de los destructores de 150 metros de eslora patrullaban hasta su traslado el Mar Rojo protegiendo a los barcos de mercancías internacionales de los ataques de los hutíes de Yemen.
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El primer ataque llegó el 2 de septiembre y dejó 11 muertos. El presidente de Venezuela Nicolás Maduro lo condenó afirmando que se trata de un crimen atroz y ordenó a dos F-16 armados sobrevolar uno de los destructores. Estados Unidos envió como respuesta los diez F-35, mucho más modernos. Tras el segundo ataque, murieron tres personas. El tercero solo ha sido confirmado por Trump y no hay más datos.
Evolución del narcotráfico en América Latina
El narcotráfico estaba inicialmente concentrado principalmente en los países andinos, productores de hoja de coca, y en México. Pero en busca de vías para salir hacia Estados Unidos y Europa, se ha ido expandiendo por toda América Latina. Pero los países que empezaron sirviendo de mero tránsito de la droga, han terminado siendo también países consumidores, como explica Érika Rodríguez, socióloga directora de la Fundación Carolina y consultora de Naciones Unidas sobre narcotráfico. “Cuando los países entran a cierto nivel de renta, empiezan a tener una mayor demanda de consumo”.
Pero, insiste, “no es solo el narcotráfico el que nutre el crimen organizado en América Latina”, sino que la “cartera de negocios” de los criminales se ha hecho más amplia y compleja, lo que ha provocado que el impacto del crimen en la región sea más generalizado que antes. “Los criminales que antes solo se dedicaban al tráfico de drogas, hoy en día se han ido mezclando con la extracción ilegal de oro, el paso de migrantes, el tráfico de bienes naturales, de bienes protegidos, el tráfico de maderas, el comercio ilegal de salmón, entre otros muchos tráficos”, asegura Rodríguez.
Sus beneficios económicos aportan un poder al narco que pueden emplear en corromper y buscar los vacíos institucionales. Esto, explica la experta, hace que puedan acabar “creando estados paralelos o gobiernos criminales” y ampliando su actividad abriendo otros mercados ilegales.
La ruta del Pacífico
Venezuela es el país en el que Trump ha puesto el punto de mira de la lucha contra el narcotráfico, sin embargo, no es el país principal desde el que se exporta la droga hacia el norte. Según los análisis de Naciones Unidas, el de Venezuela es un puerto dirigido hacia Europa, donde la demanda de cocaína está en aumento, y la ruta hacia Estados Unidos fluye desde el Pacífico, con Ecuador como principal exportador. Además, Rodríguez recuerda que solo es un país de tránsito, no productor. “El mayor productor en la región es Colombia, seguido de Perú”, subraya.
Ecuador, pero también Costa Rica o Guatemala forman parte de esas rutas del Pacífico. Esto ha hecho crecer de manera alarmante la violencia en estos países, particularmente en Ecuador, que cerró el año 2024 como la nación más violenta de la región. Según el último informe del Grupo Crisis, publicado en marzo de este año, Ecuador combina varios factores que han facilitado esta situación: unas fuerzas de seguridad mal preparadas, un gran puerto como es el de Guayaquil y una proximidad geográfica a las zonas cocaleras de Colombia, donde está la materia prima.
Pero hay varias rutas activas y muchos países implicados en este negocio. Bolivia es otro gran centro productor que transporta la coca a Paraguay y de ahí por el río Paraná baja hasta Argentina, donde los puertos de Rosario y Buenos Aires sirven también como puntos de partida hacia Europa. También Brasil tiene otro mercado interno importante y cuya mercadería sale desde el Puerto de Santos en el estado de Sao Paulo.
Cruzada peligrosa de Trump
El ataque de Estados Unidos a lanchas venezolanas en aguas internacionales implica la aplicación del principio de la extraterritorialidad que no se había visto en décadas. Es decir, Trump entiende que Estados Unidos puede actuar más allá de sus propias fronteras y está traspasando los límites que conocíamos en cuanto a la acción de los Estados frente al narcotráfico. El investigador de México Carlos Pérez Ricard con el que ha hablado la corresponsal de la SER en América Latina Berta Reventós cree que este es un precedente peligroso, porque ahora Estados Unidos entiende que puede repetir una acción de esta índole, pero, por ejemplo, con drones. Lo que concluía este experto es que Washington está expandiendo una lógica hegemónica que desprecia cada vez más la idea del derecho.
Venezuela ha sido la principal señalada por Trump, que ha llegado incluso a vincular al régimen chavista y determinados altos cargos con el narcotráfico. Pero los datos demuestran que Venezuela no es un actor relevante por ahora en el negocio del narcotráfico. Apenas el 10% de la cocaína que llega a Estados Unidos sale de este país, por lo que se infiere que lo que realmente busca Donald Trump, amenazando y acorralando a Venezuela, es acceder sin negociaciones de por medio y sin limitaciones a las reservas de petróleo que tiene el país, bajo un pretexto de guerra contra las drogas que no se ajusta a la realidad.
Existen evidencias desde hace tiempo del vínculo de altos cargos venezolanos con el cártel de los Soles, como recuerda Érika Rodríguez, por la propia naturaleza de un régimen corrupto y no democrático como el venezolano, pero eso no implica que sea un cartel operativo, subraya.
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La experta no cree que esté justificado el despliegue de ese operativo militar en el mar del Caribe porque solo pone el foco en una mínima parte del problema y en un país. “Los grandes problemas de salud pública que justificarían una gran política no son solamente la cocaína, son mucho más amplios”, recuerda, como el fentanilo que procede de China y pasa por México. Tampoco se justifica el uso de esos medios, opina, porque “son grandes barcos contra embarcaciones muy pequeñas y las vías de salida son muchas”, e incluyen submarinos o avionetas.
En su opinión, lo que busca esta estrategia de Estados Unidos es buscar el “resquebrajamiento del régimen” venezolano ejerciendo una presión política que lleve a una “ruptura interna”. Sin embargo, esa amenaza ha servido para retroalimentar la retórica y el relato del régimen chavista, que ha logrado movilizar la población civil volviendo a decir que “es necesario armar a la población venezolana”. Un peligro, dice Rodríguez, que podía complejizar mucho la situación de la región, teniendo en cuenta la masa de grupos armados que tiene al otro lado de su frontera, en Colombia.




