La prensa por los suelos

Barcelona

Antiguamente, la gente compraba el periódico. Y en el colegio, nos enseñaban a leerlo. Un día, decía el maestro: Mañana, traed un periódico de vuestras casas. Se daba por sentado que habría algún periódico por casa, aunque fuera para poner en el suelo después de fregar o para envolver un arenque y descamarlo en el quicio de la puerta. Y si no, pues se compraba uno el periódico para ese día de clase lo mismo que uno se compraba una careta de cartón de esas con una goma elástica atada a dos agujeritos y con la nariz recortada. Cuando en la escuela nos enseñaron a leer el periódico, mi padre se compraba elDicen... A veces, me mandaba a mí a comprarlo. Me decía decía: Tráeme elDicen...,y casi siempre le traía también un paquete deRex,o de46,que era el tabaco que solía fumar. Lo que más me gustaba de hacer esos recados es que iba a sitios alucinantes, como el kiosco o la bodega. Ambos lugares se parecían en que eran oscuros y se decían palabras especiales, por ejemplo, los nombres de los periódicos o los nombres de las diferentes clases de vino. ElDicen...era un periódico deportivo, y a mí me chiflaba por dos razones. Una, porque la portada era de color sepia, y yo creía que ese color de oro usado era todavía mejor que verlo a todo color. Y otra, porque traía fotos de deportes variados. Hoy solo salen futbolistas. Pero en aquellas páginas se veían formas de sudar diferentes. Mil maneras distintas de luchar por la vida. Con el periódico, el maestro nos enseñó a leer columnas, que daba gusto porque estaban escritas con líneas muy cortas, y así aprendimos cómo se partía en sílabas con un guión y a fijarnos en los nombres de los autores. Cuando sus hojas cubrían el suelo después de fregar la casa, la prensa no estaba por los suelos, sino viva.