El caso de Ángela Millán y las consecuencias de las listas de espera para hacerse una mamografía
Las listas de espera para hacerse pruebas como mamografías provocan diagnósticos tardíos

Una paciente sometiéndose a una mamografía / EP (archivo)

Madrid
Casi seis meses de retraso en el diagnóstico de un tumor de mama hormonal agresivo, en estadio 2 y de crecimiento rápido. Es lo que le ocurrió a Ángela Millán en el hospital Infanta Sofía de Madrid. Su doctora le pidió en noviembre una cita con carácter preferente para una ecografía de mama. No la llamaron. En enero reclamó en el servicio de atención al paciente y allí le dijeron que estaban bloqueadas las agendas de radiodiagnóstico y que no se tramitaba nada que llegase de la primaria.
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Ante esta situación, Ángela decidió recurrir a la sanidad privada. “Estoy indignada porque soy consciente de del privilegio que es poder pagarte 200 euros para una prueba porque si no los tienes, quizás cuando llegue el diagnóstico sea demasiado tarde” cuenta Ángela a la Cadena SER.
El hospital le dio el diagnóstico definitivo el 15 de abril y ese mismo día recibió una carta del gerente lamentando las molestias. Fue la respuesta a la queja que había presentado en enero. Estaba firmada por el gerente del hospital. “Acaba su carta diciendo que lamentamos las molestias ocasionadas y lo que este señor llama molestias es un año de mi vida, de un tratamiento durísimo”.
Los médicos le reconocieron que si se le hubieran hecho antes la prueba, el tratamiento del cáncer de mama sería diferente y se ahorraría la quimioterapia a la que tuvo que someterse durante meses antes de la cirugía. Hace unos días la operaron para quitarle un pecho y unos ganglios. Y después tendrá que recibir como mínimo radioterapia.
Ángela, concejala de Más Madrid en San Sebastián de los Reyes, solo tiene palabras de agradecimiento para los profesionales sanitarios que la atienden, pero denuncia la mala gestión en un centro con una lista de espera para hacerse una mamografía de casi 800 pacientes, más larga que en otros grandes hospitales como La Paz, el 12 de octubre o el Gregorio Marañón. “Un embudo y un cuello de botella en el que me metieron a mí y a muchas mujeres”. El Infanta Sofía es un hospital con un modelo de gestión mixta público-privada, la asistencia sanitaria es pública, pero la explotación está en manos de una empresa privada.




