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Primera película como director y Puerta Grande para Agustín Díaz Yanes

Se cumplen 30 años del estreno de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, una de las grandes películas españolas de los años 90.

Érase una vez un profesor llamado Agustín Díaz Yanes, hijo de un torero, que se ganaba la vida dando clases y haciendo traducciones de inglés. A “Tano”, como todos le llamaban, le gustaba escribir. En los bares modernos de los 80 conoció a gente como Pedro Almodóvar o Victoria Abril y éstos le animaron a escribir para el cine. Y eso hizo. Escribió los guiones de películas como Baton Rouge, A solas contigo o Demasiado corazón, todas ellas protagonizadas por Victoria Abril. “Nunca había pensado ser director de cine. Era guionista y con eso tenía más que suficiente”, afirmaba Díaz Yanes. Pero un día escribió un guion que le salió bonito y fuertecillo. “Fue un guion que escribí con esa libertad que tienes cuando empiezas a escribir. No estás abrumado por tu pensamiento ni por la industria. Me salió un guion salvaje y se lo mandé a Victoria Abril”, recuerda el director. La actriz, lo leyó y le dijo: “Estoy harta de que me escribas guiones fantásticos y que luego se los des a directores mediocres y que salgan películas mediocres. Esta película, o la diriges tú o yo no participo en este juego. No hago la película”. Fue así como Tano se convirtió en director de cine y nació Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto.

La película cuenta la historia de Gloria, a la que da vida Victoria Abril. Es una mujer alcohólica y que se dedica a la prostitución en México, país al que llegó huyendo de la desgracia de un marido en coma. Un día, mientras realiza su trabajo, se ve envuelta en una venta de drogas que sale mal. Hay un tiroteo y varios muertos, pero antes de morir uno de los policías le entrega la agenda que buscaban. Gloria es deportada a España llevando consigo la libreta. En Madrid le acoge su suegra, interpretada por Pilar Bardem, que es quien ha cuidado en su ausencia a su marido en coma. La protagonista ve en la libreta la oportunidad de cambiar su vida. Lo que no sabe es que el cártel mexicano ya anda detrás de ella.

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto es una película dominada por personajes femeninos. “Siempre pensé, y lo sigo pensando todavía, que es más interesante una mujer con una pistola que un hombre con una pistola. Es más interesante una mujer que tiene que recurrir a la violencia para salvarse que un hombre”, explicaba Díaz Yanes.

Además de la protagonista y la jefa de los mafiosos está el personaje de la suegra, una profesora que da clases particulares y que Agustín Díaz Yanes creó inspirándose en su propia madre, que había fallecido poco antes de escribir el guion. “Yo había visto a Pilar Bardem en la película Todo por la pasta de Enrique Urbizu en donde hacía un papel pequeñito. Pensaba que era bastante más mayor de lo que era por su papel en la película que había visto. Tenía por entonces unos 50 años y se presentó a la reunión con unos pantalones de cuero ajustados y un pelo naranja y yo me dije: ¡Oh Dios mío! Pero según nos sentamos y comenzamos a hablar supe que podía hacer de señora mayor. Y la elegí”, recuerda el realizador.

Del otro lado están los malos, los gánsteres mexicanos. “Una de las cosas que supe enseguida, cuando escribí la película, es que con gánsteres españoles no la podía hacer porque aquí no había ese nivel de violencia, ni siquiera los contrabandistas de Galicia, que entonces eran de tabaco, tenían ese tipo de mafias. ¿Dónde había mafia? En México y en Sudamérica”, explica el Díaz Yanes. Aquí nos encontramos con algunos rostros conocidos como los de Daniel Jiménez Cacho o Federico Luppi, que interpreta a un sicario elegante y profesional, pero con un problema religioso.

Parte de la acción de la película transcurre en México. Unas imágenes que se lograron gracias a la magia del director artístico Benjamín Fernández. “Nos dimos cuenta, unos tres meses antes de empezar a rodar, que no teníamos suficiente dinero para rodar en México”, rememora el director. “Y Benjamín Fernández me dijo: No te preocupes, rodaremos en Madrid y haremos que parezca México. Y efectivamente, lo hizo tan bien que los propios actores mexicanos cuando vieron el plató dijeron: Esto es México. Hasta el punto de que muchos mexicanos que han visto la película me preguntan en qué parte de México rodé, pero toda la película se filmó en Madrid.

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto es un thriller duro y sin concesiones, lleno a la vez de suspense. Pero aquí el cine negro se mezcla con el drama, retratando a una serie de personajes que cada uno, a su manera, se encuentra al borde del abismo. La película no renuncia tampoco a la crítica social y política. Por debajo de la trama de suspense hay también un relato sobre la dignidad. La dignidad de los más desfavorecidos y de aquellos que, como el personaje de Pilar Bardem, son capaces de luchar por sus ideas. Y sobre todo es una película de grandes interpretaciones, empezando por una superlativa Victoria Abril. “Hizo un papel asombroso, que es absolutamente suyo. Victoria era una actriz conocida en el mundo entero y te abría muchos horizontes. Yo solamente tengo agradecimiento para ella”, reconoce el director.

Victoria Abril ganó el premio de interpretación en el festival de San Sebastián y la película arrasó en la ceremonia de los Goya de 1997 con ocho estatuillas, entre ellas la de mejor película, mejor director novel y mejor guion original para Agustín Díaz Yanes, mejor actriz para Victoria Abril y mejor actriz de reparto para Pilar Bardem. Además, el film funcionó muy bien en las taquillas y se exportó a varios países. En 2008 el director estrenaría una especie de continuación de la película titulada Solo quiero caminar en la que recuperaba el personaje de Gloria convertida ahora en la líder de una banda de atracadoras.

Agustín Díaz Yanes firmaría otras películas de éxito como Sin noticias de Dios o Alatriste y recientemente ha estrenado su último trabajo, Un fantasma en la batalla, pero Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto sigue siendo la película que ha marcado su carrera. “Nadie olvida las películas que hace, pero ésta más que ninguna porque me dio todo tipo de satisfacciones, probablemente inmerecidas. Desde el rodaje; el estreno; los premios en el Festival de San Sebastián; los Goya; los estrenos en el extranjero”, recuerda Agustín Díaz Yanes. “Todavía hoy es una película que me sigue dando mucha satisfacción. Me para la gente por la calle que me la recuerda. Uno debe tener una vez suerte en la vida y yo la tuve con esta película. Espero hacer alguna otra parecida a esta en ese sentido”, concluye el cineasta.

 

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