Cherokee, Mohawk y Lakota: las lenguas ocultas en 'El último mohicano'
Un rodaje que dio voz a las lenguas indígenas en Hollywood

Cherokee, Mohawk y Lakota: las lenguas ocultas en 'El último mohicano'
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La épica El último mohicano (1992), dirigida por Michael Mann y protagonizada por Daniel Day-Lewis, no solo destaca por su ambientación histórica y su narrativa de supervivencia en plena guerra franco-indígena. También esconde un gesto de respeto cultural que pasa desapercibido para la mayoría de los espectadores: el uso de lenguas indígenas auténticas en los diálogos.
Aunque la historia se sitúa en el condado de Albany, en el norte del estado de Nueva York, el equipo de producción se trasladó a Carolina del Norte para rodar la película. Allí, en los bosques de Chimney Rock, Blue Ridge Mountains y el Parque Estatal DuPont, encontraron paisajes que evocaban los bosques primarios del siglo XVIII.
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El rodaje movilizó a más de mil personas, entre ellos más de 900 nativos americanos, principalmente de la nación Cherokee. Uno de los protagonistas más destacados es Wes Studi, actor cherokee que interpreta al villano Magua. Su personaje, complejo y vengativo, habla en su lengua materna, el cherokee. Pero no está solo: otros actores y extras se expresan en idiomas como el mohawk y el lakota sioux, según sus raíces tribales. Este detalle, aunque sutil, aporta una capa de autenticidad que rara vez se ve en el cine comercial.
La película no traduce ni subraya estos idiomas, lo que convierte su presencia en un gesto silencioso de reivindicación cultural. En una industria que ha representado durante décadas a los pueblos indígenas desde la mirada blanca, El último mohicano ofrece una excepción: permite que los pueblos originarios hablen con sus propias voces, aunque el espectador medio no lo perciba.
Además del esfuerzo lingüístico, la producción se caracterizó por una meticulosa reconstrucción histórica. Michael Mann, perfeccionista declarado, eligió escenarios naturales que aún conservaban vestigios de los paisajes originales.
La película, basada en la novela homónima de James Fenimore Cooper, se convirtió en un clásico moderno del cine de aventuras. Su mezcla de épica histórica, romanticismo y acción le valió el reconocimiento de la crítica y del público. En 1993, El último mohicano ganó el Oscar al Mejor Sonido, además de obtener dos premios BAFTA: a la Mejor Fotografía y al Mejor Maquillaje. También fue nominada a los Globos de Oro por su banda sonora original, compuesta por Trevor Jones y Randy Edelman.
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