Eduardo Barba: "Ver una hortensia marrón no es ver una planta muerta, es ver su evolución"
El jardinero paisajista reflexiona en 'Hoy por Hoy' sobre el ciclo vital de las hortensias y nos invita a mirar con otros ojos la belleza de lo marchito

En su sección semanal "Meterse en un jardín" en Hoy por Hoy, el jardinero paisajista Eduardo Barba ha vuelto a demostrar que la jardinería es también una forma de mirar el mundo. Esta vez, lo ha hecho a través de dos hortensias que florecieron este verano en la terraza del programa, en plena Gran Vía madrileña.
"Las hortensias son muy habituales en la España de climas húmedos", explicaba Barba, "pero también pueden crecer con fuerza en lugares como Madrid, si se cuidan bien". Las protagonistas de esta entrega son dos variedades poco comunes: una hortensia arborescente (Hydrangea arborescens 'Strong Annabelle') y una hortensia paniculata (Hydrangea paniculata 'Little Quick Fire').
El otoño no es el final: es otra forma de belleza
La hortensia arborescente, originaria del este de Estados Unidos, ha sorprendido por sus grandes cabezas florales que han pasado del blanco al verde. "La mayoría de las hortensias tienen esta característica curiosa en la evolución del color de sus inflorescencias", contaba Barba, "lo que añade un atractivo a la planta, aunque el momento culmen de su floración haya pasado".
Pero lo más interesante llega con el cambio de estación. "En cuanto bajen las temperaturas, las hortensias tiran la hoja, porque son arbustos caducos", explicaba. Y con ello, sus flores también cambian: del verde al marrón. Un color que, lejos de ser símbolo de decadencia, Barba reivindica como parte de la belleza del jardín:
"Verlas así no significa ver una planta muerta, significa que vemos su evolución, el recuerdo del apogeo de su floración durante el verano anterior, y la promesa de las nuevas flores que vendrán".
La segunda hortensia, la paniculata, es originaria de Japón y China. Aunque más pequeña, ha mostrado una evolución cromática espectacular: del blanco al fucsia. "Ahora mismo tiene una inflorescencia nueva que es blanquecina, y contrasta con las otras cabezas florales más antiguas", explicaba Barba, que insistía en que cada planta tiene su ritmo y su lenguaje.
La importancia de observar
De hecho, ambas hortensias han pasado por un proceso de adaptación tras ser trasplantadas a la terraza. "El primer año de una planta en un jardín siempre es un periodo de adaptación”, recordaba. Cambios en la luz, el riego o el sustrato pueden afectar su desarrollo. En este caso, algunas hojas mostraron manchas marrones en los bordes, una señal de que necesitaban más agua.
"La planta no puede hablarnos más que con su propio cuerpo", decía Barba. “Lo que hice fue añadir un gotero más a cada macetón, y también las aboné con un fertilizante específico para hortensias. Ahora sí que podemos decir que están felices".
Más allá de los consejos prácticos, Barba propone una forma distinta de relacionarnos con las plantas: más atenta, más paciente y más sensible a los ciclos naturales. "Es cuestión de educar la mirada, para que el jardín se convierta en un espectáculo aún más bello", concluía.




