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El último farero de Almería se jubila tras 33 años iluminando el mar: "Me cuesta mucho dejarlo"

Mario Sanz era uno de los pocos en España que todavía vivían en el faro del que cuidaban

El último farero de Almería se jubila tras 33 años iluminando el mar: "Me cuesta mucho dejar el faro"

Los avances tecnológicos y la automatización han convertido a la figura del farero en una especie en peligro de extinción. A lo largo de la historia, la luz intermitente de los faros ha jugado un papel fundamental para garantizar la seguridad en el mar, en muchos casos, suponiendo la diferencia entre la vida y la muerte. Pero desde hace años, esta tarea se ha automatizado, provocando que en España queden apenas 15.

Almería ha despedido hace pocos días a su último farero, el último que todavía vivía en el faro del que se encargaba, y de los pocos que todavía lo hacían en España. Mario Sanz se ha jubilado hace pocos días después de 33 años dedicados a iluminar el mar desde el faro de Mesa Roldán. Ha sido precisamente en El Faro, donde ha recordado cómo han sido esas tres décadas y cómo ha evolucionado su profesión.

"Dejar el faro me cuesta mucho", reconocía, recordando que cuando entró por primera vez, aún había dos fareros. La vivienda en la que se alojó junto a su pareja, situada en un promontorio a más de 200 metros por encima del nivel, no estaba en muy buen estado, pero Mario asegura que enseguida quedó prendado de las impresionantes vistas. Pero además del sitio, el farero asegura que su trabajo le ha permitido conocer muchísima gente a lo largo de los años.

Antes de mudarse a Almería, Mario Sanz, que es de Madrid, vivía en la capital regentando un bar de copas. "Lo de ser farero vino de golpe, un poco sobrevenido", recuerda. Era la época de la movida madrileña, pero su pareja siempre le insistía en que quería mudarse cerca del mar. Sanz vio el anuncio en el periódico de una academia que preparaba las oposiciones de farero, se presentó y aprobó. "Como a todo el mundo, me gustan los sitios donde están los faros porque son los mejores miradores al mar, pero yo no tenía especial con los faros. Hasta que me metí en el tema y ya me zambullí de cabeza", asegura.

Dar vida al museo

A lo largo de los años, Mario ha ido recopilando más de 3.000 piezas relacionadas con los faros y, tras su jubilación, espera poder convertir el faro de Mesa Roldán en un museo abierto al público. A base de recopilar imágenes, diarios y objetos personales de los fareros que han pasado por allí desde 1863, ha podido conocer, por ejemplo, que la electricidad no llegó al faro hasta 1972. "Había dos fareros, uno tenía que encender y estar hasta medianoche, y el otro desde medianoche hasta el amanecer", explica.

Mario lamenta que las visitas al museo están muy restringidas en la actualidad, porque la autoridad portuaria no quiere que personal ajeno a la autoridad tenga la llave del faro y tiene que ser él mismo en que se ocupe de enseñarlo. "Quieren poner un día a la semana para que la gente se apunte y mi idea no es esa. De momento haremos eso porque no hay otro remedio, pero mi idea es que se quede hecho un museo abierto al público, que el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y la Diputación de Almería se impliquen", reitera.

Ahora Mario Sanz se ha mudado a Carboneras, a un ático con vistas al mar que nada tiene que envidiar al faro en de Mesa Roldán en el que estuvo más de 30 años. "Es el único pueblo que queda en la costa con vida de pueblo, que es no turístico",