"Era una visión demasiado ingenua": por qué Michael Mann reescribió 'El último mohicano'
La decisión del director de reescribir la historia no fue casual

"Era una visión demasiado ingenua": por qué Michael Mann reescribió 'El último mohicano'
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En 1992, el director Michael Mann llevó a la gran pantalla El último mohicano, una superproducción épica que, aunque se basa en la novela homónima de James Fenimore Cooper publicada en 1826, se distancia notablemente de ella en tono, enfoque y profundidad. La decisión de Mann de reescribir la historia no fue casual: el cineasta consideraba que el texto original ofrecía una visión simplificada y paternalista de los pueblos indígenas, enmarcada en la romántica pero problemática figura del "buen salvaje".
La novela de Cooper, ambientada en la guerra franco-indígena (1754-1763), retrata el conflicto entre franceses y británicos por el control del territorio norteamericano, con las tribus nativas atrapadas en medio de una lucha que no era la suya. Sin embargo, el autor estadounidense construyó su relato desde una perspectiva eurocentrista, idealizando a los indígenas como nobles pero incapaces de gestionar su destino con autonomía. "El libro no es muy riguroso históricamente", explicó el director en una entrevista. "Es, en esencia, una simplificación casi infantil de la idea del buen salvaje".
Michael Mann, conocido por su meticulosidad y su interés por la autenticidad, decidió alejarse de esa visión. Para ello, se apoyó en el guion de Christopher Crowe y en una exhaustiva documentación histórica. Su versión de El último mohicano no solo corrige errores del texto original, sino que introduce una narrativa más compleja, en la que los personajes indígenas, como Chingachgook y Uncas, tienen agencia, voz y profundidad emocional. El protagonista, Ojo de Halcón (interpretado por Daniel Day-Lewis), ya no es un simple héroe romántico, sino un hombre que vive entre dos mundos y que encarna el conflicto de identidad que atraviesa toda la película.
La cinta también se distancia de la novela en su estructura narrativa. Mann opta por una historia más directa, con un ritmo cinematográfico que prioriza la tensión, el drama y la acción, sin perder de vista el contexto histórico. La ambientación, rodada en los bosques de Carolina del Norte, refuerza el carácter épico y naturalista del filme, mientras que la banda sonora de Trevor Jones y Randy Edelman se ha convertido en uno de los elementos más recordados de la película.
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