"¿Lo hago porque quiero o por si me ven?": el dilema de Burque que es el dilema de muchos
El cómico ha contado una experiencia personal que se le ha repetido multitud de veces este verano y que le ha llevado a reflexionar
"¿Lo hago porque quiero o por si me ven?": el dilema de Burque que es el dilema de muchos
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Madrid
El cómico Manuel Burque ha explicado en su programa Me pasa una cosa lo que le ha ido ocurriendo este verano en su vida. Entre sus vivencias hay algo que se ha repetido muchísimas veces durante ese tiempo: el tinerfeño se ha ido encontrando pájaros en el suelo de la calle, víctimas de golpes de calor. Por un lado, le parecen monos y quiere salvarlos; por otro, le dan "mucho asco, porque siente que tienen pulgas, parásitos o que le pueden contagiar directamente la gripe aviar".
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"El primer vencejo que rescaté me dio un aviso traumático, porque nada más cogerlo, de entre las plumas salió como un gusanito muy largo y se volvió a meter. Entonces me compré unos guantes de látex, cogí el vencejo, lo metí en una caja, le di de beber y de comer con una jeringuilla, lo entregué y se encargaron de él", relataba Burque, en lo que fue una acción heroica y además una prueba de sacrificio, dado su miedo a las posibles infecciones que puedan contagiarle los pájaros.
Este tipo de encuentros se fueron sucediendo hasta que Burque perdió la cuenta de los rescates que había llevado a cabo y estaba, literalmente, "hasta los huevos de los putos pajaritos".
Fue entonces cuando, un día que iba con "muchísima prisa", se encontró en el suelo un gorrión al lado de un árbol. El cómico se armó de valor, "hizo de tripas corazón y decidió girar la cabeza y seguir adelante", explicaba el tinerfeño. Pero la vida lo llevó por la vía correcta.
Una disputa que llenó de culpa a Burque
"Alguien me agarró del brazo, un hombre de unos 50 años, y me dice: ‘Oye, ¿no le vas a ayudar?’", contaba Burque. Él respondió que llevaba mucha prisa, pero el hombre insistió, y comenzó entonces una disputa por ver quién de los dos socorría al pájaro, sin que ninguno llegara a un acuerdo.
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Poco a poco fueron llegando más personas, hasta que había "unas 10 o 15 rodeando a Burque, al gorrión y al señor". Entonces, por votación unánime, se decidió que Burque debía encargarse. El cómico canceló su cita, cogió al gorrión e inició el camino al refugio, con tan mala suerte que, cuando estaba llegando, se abrió la caja en la que lo llevaba y el pájaro salió volando.
En ese momento, Burque hizo una reflexión: cada vez que ha salvado a un pájaro, lo ha hecho "porque le daba pena o por si alguien le ve y le hace sentir como una persona cruel". ¿Es empatía o es la necesidad de quedar bien? La única certeza es que el tinerfeño quiere dejar de salvar aves.
