El dilema de Manuel Jabois que ha llevado a los 'idiotés' a pensar en sus ex: "Estás sometido a la humillación"
Una velada íntima, única, con cualquier personaje histórico... pero con una condición

El dilema de Manuel Jabois que ha llevado a los 'idiotés' a pensar en sus ex: "Estás sometido a la humillación"
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Estás por la calle, dando una vuelta, haciendo recados. Entras en una tienda de bricolaje, curioseas entre herramientas, compras un par de cosas. Todo normal. Hasta que en la cola, delante de ti, hay alguien que te empieza a sonar. "Huele raro, huele como a azufre", describe Manuel Jabois en La Cena de los Idiotés. El tipo se gira y te dice: "Me has reconocido, ¿verdad? Soy el demonio".
Lo que sigue es una propuesta infernal: cada viernes puedes cenar con cualquier personaje histórico. "Napoleón, Cleopatra, Muhammad Ali, lo que te dé la gana", enumera Jabois. Una velada íntima, única, con quien tú elijas. Pero hay una condición: "en la mesa de al lado estarán todas tus ex parejas, bebiendo y riéndose, revelando en voz alta los momentos más humillantes de vuestras relaciones", explica.
"Lo que realmente te molesta es que beban tanto, porque se sueltan mucho y hablan muy alto", te advierte el demonio. Así, "mientras tú intentas mantener una conversación con Julio César, no puedes evitar escuchar cómo se comenta tu torpeza en la cama. Estás con tu ídolo, pero estás sometido a la humillación", resume Jabois.
La escena, tan absurda como brillante, plantea un dilema que va más allá del humor: ¿aceptar la exposición pública a cambio de una experiencia única, o renunciar a todo por mantener la dignidad intacta? "¿Eres capaz de soportar eso cada cena que tengas con un personaje histórico o prefieres quedarte en tu rinconcito oscuro, gris, sin conocer a nadie interesante y también sin que nadie se ría de ti?", pregunta Jabois.
La propuesta ha desatado reflexiones entre los colaboradores del programa. ¿Qué pesa más: el deseo de conocer a tus ídolos o el miedo a que tus ex te destruyan con palabras? ¿Es el infierno un lugar o una situación emocional?
Como en tantas ocasiones, Jabois convierte una escena trivial en una alegoría sobre el ego, la memoria sentimental y el precio de la curiosidad. Porque todos tenemos algo que esconder… y alguien dispuesto a contarlo.




