Vaya premio
Está comprobado que un buen sistema para ganar el Nobel de la Paz consiste en matar gente y luego pedir un aplauso por dejar de hacerlo. Ahí veo también posibilidades para Benjamin Netanyahu. Ánimo, Bibi. Tú puedes.
Barcelona
A mí no me parece mal que le hayan dado el Nobel de la Paz a María Corina Machado. Lo que me parece mal es que exista ese premio.
Me explico. La señora Machado forma parte de la derecha venezolana, un ámbito político con una historia tormentosa y muy criticable. Pero, por otra parte, se enfrenta a un régimen, el de Nicolás Maduro, cuya historia es aún más tormentosa y criticable. La señora Machado, además, tiene que vivir de forma clandestina en su propio país. Eso no debería ocurrir. Por último, la señora Machado no ha matado a nadie, lo cual la coloca moralmente en un escalón superior al de anteriores premiados.
Veamos. En 1978 le dieron el Nobel de la Paz a Menachem Begin, por los acuerdos de paz con Egipto firmados en Camp David. Tres décadas antes, como líder de la organización terrorista judía Irgún, Begin había ordenado que se hiciera estallar el hotel Camp David de Jerusalén. El atentado costó 91 vidas. Poco después, Begin ordenó la matanza de más de cien palestinos en Deir Yassin, una pequeña aldea.
En 1973 ya le habían dado el Nobel de la Paz a Henry Kissinger, por la retirada estadounidense de Vietnam. Ese mismo año, 1973, Kissinger patrocinó el golpe de Augusto Pinochet en Chile, tras el que más de 3.000 personas fueron asesinadas o, como dicen, “desaparecidas”.
Son sólo ejemplos. Podríamos hablar también de Yasir Arafat o de Teddy Roosevelt.
Como Donald Trump quiere ese premio, yo le aconsejaría que cumpliera aquella propuesta suya de 2016, cuando dijo: “Podría plantarme en medio de la Quinta Avenida y disparar a alguien, y no perdería votos”. Adelante, Donald. Saca la pistola. Está comprobado que un buen sistema para ganar el Nobel de la Paz consiste en matar gente y luego pedir un aplauso por dejar de hacerlo. Ahí veo también posibilidades para Benjamin Netanyahu. Ánimo, Bibi. Tú puedes.
Podríamos evitar esas opciones suprimiendo el premio. Que ya sería hora.
Me llamo Enric González. Les deseo un pacífico fin de semana, aunque el Comité Noruego no vaya a premiarles por ello.
