Diane Keaton, la actriz con más estilo de Hollywood que fue mucho más que 'Annie Hall'
La actriz californiana interpretó un sinfín de papeles, desde la periodista obnubilada con el comunismo en 'Rojos', a la mujer divorciada de 'El club de las primeras esposas', pasando por la madre de todas las novias

Annie HAll / CEDIDA

La crítica la comparó con Katharine Hepburn, por su estilo y su clase a la hora de interpretar y de llevar los pantalones, de moverse delante de la cámara, pero Diane Keaton fue siempre más gamberra. Hace unos años bromeaba con Jimmy Kimmel diciendo que Meryl Streep no era tan buena amiga, porque nunca la llamaba. En todas las fotos, entrevistas, vídeos, aparece con esa sonrisa, que solo se desdibujaba en los papeles dramáticos. Comenzó con el más grave de todos, la mujer de Al Pacino en El Padrino, la obra maestra de Francis Ford Coppola. El suyo era el personaje límpido del filme y la escena en la que confiesa un aborto sigue poniendo los pelos de punta. "Desde el principio pensé que no era la adecuada para el papel", declaró al New York Times tras el estreno de la película. "No la he visto. Simplemente decidí ahorrarme el dolor. Tuve que ver algunas escenas porque tenía que repetir el doblaje de algunos diálogos, y no soportaba verme. ¡Me veía fatal, como un palo con esa ropa de los años 40!"
Esa fue su primera incursión en el cine, en 1970, después de varios trabajos en el teatro, donde interpretó a los grandes popes, como Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams. Después de eso llegaría su colaboración con Woody Allen, del que fue primero pareja y actriz y luego gran amiga. Defensora incluso en estos últimos tiempos. Sueños de un seductor, El dormilón, La última noche de Boris Grushenko y en 1977 Annie Hall.
Con ella ganaría el Oscar, que recogió sin Woody Allen y con un look que formaría parte de la historia de las alfombras rojas. Con chaqueta de lino, pañuelo y sandalias con calcetines. Ella había decidido el personaje que llevaría el personaje en la película que era, en realidad su propia ropa. También le cedió las expresiones pueblerinas y el apellido. Diane Hall fue su nombre de nacimiento. El propio Woody Allen rompería esa norma suya de no acudir nunca a una ceremonia de premios solo en dos ocasiones, para homenajear a Nueva York en los Oscar después del 11S y para entregar un premio del American Film Instituto a su amiga.
Siguió trabajando con Woody Allen, y continuando con la saga de El Padrino, pero además, adentrándose en otros personajes icónicos, como el de esa periodista relacionada con el comunismo en Rojos, la monumental obra política de Warren Beatty, que también fue su pareja. Con el papel de Louise Bryant, una feminista que viaja a Rusia durante la Revolución de 1917 y se enamora de John Reed, logró otra nominación al Oscar. Otros papeles suyos en esa época fueron el de una de las tres hermanas de Crímenes del corazón, un drama familiar donde compartía escenas con Jessica Lange y Sissy Spacek.
Los noventa engrandecieron la comedia y Diane Keaton encontró un lugar donde pasárselo bien. El padre de la novia fue, sin duda alguna, su papel más popular, dando lugar a una secuela, Vuelve el padre de la novia. Dirigidas por Charles Shyer, juntó a Steve Martin y a la actriz, como los padres de una novia con miedo a su futuro yerno. Pero sobre todo hubo un papel que la catapultó, el de la esposa divorciada y tímida de El club de las primeras esposas. Una película que fue un símbolo, el de aquellas mujeres divorciadas a las que sus maridos habían ninguneado. Brillante es esa escena final en la que Goldie Hawn y Bette Midler le obligan a cantar eso de You don't owe me, vestidas de blanco y con una coreografía de boda noventera. "Era divertidísima, completamente original y sin ninguna malicia ni la competitividad que uno esperaría de una estrella así. Lo que visteis de ella, era quién realmente era”, escribe en sus redes sociales Bette Midler.
Lo cierto es que siempre aparecía rodeada de actrices de todas las edades. Con Meryl Streep que se convertiría en gran amiga suya, protagonizó La habitación de Marvin, donde aparecía un jovencísimo Leonardo DiCaprio. Con Diane Lane No te mueras sin decirme adiós, con Juliette Lewis, Aprendiendo a vivir y con Natasha Kinski, Enredos de sociedad. En esa época dio el salto a la dirección con Colgadas, donde ella misma se reservó un papel junto a la nueva musa de la comedia, Meg Ryan y Lisa Kudrow. La película fue una adaptación de una novela de la escritora neoyorquina Nora Ephron. También dirigió un capítulo de la serie Twin Peaks, de David Lynch y Heaven, un documental sobre las creencias sobre el más allá. Y en Cannes, en la sección Un Certain Regard presentó Unstrung Heroes, una película con Andie MacDowell y John Turturro.
Otro taquillazo suyo fue Cuando menos te lo esperas. Otra comedia romántica dirigida por Nancy Meyers donde Keanu Reeves se enamoraba de ella, aunque la Keaton prefería a Jack Nicholson. En su última etapa, casi todo han sido papeles de comedias con títulos como Morning Glory, con Harrison Ford, La madre de él, La gran boda, con Robert de Niro, Por fin solos, con Kevin Cline, o Book Club, donde cuatro amigas cambian su vida después de leer 50 sombras de Grey. Sin embargo, hubo otro papel que la colocó en un lugar diferente, el de la hermana Mery en la serie de Paolo Sorrentino, El joven Papa, donde interpreta a una monja asesora de Jude Law.
En sus memorias, publicadas en 2012, contó su vida más íntima. La relación con su hermano que padeció toda su vida una enfermedad mental, o con su madre, de la que siempre quiso llevar una vida completamente diferente. De hecho, no se casó y fue una mujer independiente, en lugar de la abnegada madre de familia. ”Woody, después Warren, y finalmente, Al, ¿podría haberme comprometido con alguno de ellos? Es difícil saberlo”. También contó que había sufrido bulimia y que vomitaba a escondidas en el rodaje de Annie Hall. “No soporto la facilidad con la que los expertos culpan a los padres –y sobre todo a las madres– de la adicción a la comida de las adolescentes, de las que están a punto de convertirse en adultas, de las mujeres de mediana edad y de las viejas cascarrabias. Lo siento, pero mi madre era cualquier cosa menos poco afectuosa”, escribía la actriz en unas memorias sinceras y divertidas que terminaban así. "Si la belleza está en los ojos de quien la mira", escribía, "¿significa eso que los espejos son una pérdida de tiempo?".

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...




