Acla, la ciudad con nombre maldito donde ejecutaron al descubridor del Pacífico
Se le acusó de traición al rey, de maltrato a los indígenas y de conspirar contra otros conquistadores

Acla, la ciudad con nombre maldito donde ejecutaron al descubridor del Pacífico
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En la costa atlántica de Panamá, en plena comarca de Gunayala, se levantó a finales de 1516 una ciudad que parecía destinada al fracaso desde su bautismo. Vasco Núñez de Balboa, descubridor del océano Pacífico, fue el primero en arrimar el hombro para construirla. Cargó maderos, cavó con pico y pala, y la llamó Acla. No sabía que en lengua indígena ese nombre significaba "huesos de hombre". Un mal augurio que se cumpliría con precisión trágica.
Acla era mucho más que un asentamiento improvisado. Estratégicamente situada, conectaba el Caribe con el Pacífico: un pasillo entre dos océanos. Hoy, Acla ha desaparecido, tragada por la selva, pero aún se pueden buscar los huesos de la historia en su tierra.
Fue allí donde Balboa soñó con grandeza. Fundó la Compañía de la Mar del Sur, con inversores que no exigían informes financieros, sino resultados tangibles en forma de riquezas, territorios y rutas comerciales. Desde Acla organizó la construcción de barcos para surcar el Pacífico y preparar su expedición hacia el sur, hacia el mítico reino de Birú —el futuro Perú—. Pero la fortuna cambió de bando.
Balboa, temiendo que el nuevo gobernador que sustituiría a Pedrarias Dávila le cortara las alas, decidió adelantarse. Mandó a Luis Botello a investigar si el relevo llegaba o no. Botello fue detenido en Santa María y, por ingenuidad o tortura, reveló el plan secreto. La traición estaba servida.
Pedrarias, suegro de Balboa y maestro del engaño, vio la oportunidad perfecta para vengarse. Le escribió una carta cariñosa, lo invitó a Acla con promesas de diálogo y Balboa acudió confiado. Al llegar, fue arrestado. Se le acusó de traición al rey, de maltrato a los indígenas, de conspirar contra otros conquistadores y de querer independizarse en los mares del sur.
Así, el hombre que descubrió el Pacífico fue ejecutado en la ciudad que él mismo fundó. Acla, la ciudad con nombre maldito, se convirtió en su tumba. La gloria de las Indias, como tantas veces, se mezcló con el barro, la sangre y la letra pequeña de la política colonial.




