Selecciona tu emisora

Ir a la emisora
PerfilDesconecta
Buscar noticias o podcast

El futuro era esto

Todo llegará. Como ha llegado el futuro tan temido. Solo hace falta aceptar que vivimos ya en otro mundo, en otra época

Un vehículo circula por una calle anegada en Burriana (Castellón) / Andreu Esteban (EFE)

Un vehículo circula por una calle anegada en Burriana (Castellón)

Madrid

Todos somos testigos de la repetición cada vez más frecuente de episodios de lluvias catastróficas en el Mediterráneo. Son varias las poblaciones que las han vivido más de una vez en el último año y más de un año en el último lustro. También está ocurriendo en zonas del interior peninsular. Incluso en sitios aparentemente improbables. Sean ciudades grandes con potentes infraestructuras o pueblos pequeños que no recordaban la última vez que vieron un caudal abundante en sus barrancos, las precipitaciones torrenciales en cifras nunca registradas se están convirtiendo en una pesadilla recurrente.

Vivimos ya bajo el clima extremo y peligroso que nos venían anunciando las predicciones que desde hace lustros hacían los expertos y que tomábamos con más o menos laxitud, confiados en que el futuro es siempre algo que está por venir. Pero ha llegado. Y lo ha hecho más rápido de lo esperado.

Hoy toca empezar a mirar el cielo con miedo cada vez que se nubla. Estamos aprendiendo que la mayor parte de los lugares donde vivimos no están a salvo de estos diluvios bíblicos que inutilizan nuestra red de infraestructuras y anegan nuestras casas. También llevamos bien aprendida la lección de que los veranos son cada vez más largos y nos toca soportar temperaturas superiores a los 40 grados durante largos periodos estivales. Y, al mismo tiempo, ya nos hemos doctorado en la temible ciencia de los incendios forestales de sexta generación, para cuya letal amenaza muchos de nuestros municipios no están en absoluto preparados. Los incendios son cada vez más frecuentes, veloces y extensos, con más zonas urbanas en grave riesgo. Y adonde no llegan las llamas llega el humo. Un humo tóxico y persistente que este verano, por ejemplo, ha disparado numerosas alertas sanitarias en grandes zonas de Estados Unidos, país en el que recientes estudios sostienen que para mitad de siglo el humo de los incendios forestales matará a 70.000 personas cada año.

En definitiva, nos encontramos de lleno en un escenario que hasta hace poco nos parecía una de esas profecías apocalípticas que nunca terminan de cumplirse. La gravedad y aceleración de los eventos catastróficos o peligrosos nos ha familiarizado rápidamente con los avisos de la AEMET y su correcta interpretación, así como con las alertas de Protección Civil a través de los móviles. Cabe pensar que la mayoría de la población, a la vista de lo que está pasando, ha empezado a interiorizar qué hacer y qué no cuando suenan las alarmas.

Es la nueva normalidad de incendios, inundaciones y olas de calor, cuyos daños materiales en nuestro país han alcanzado la cifra de 20.000 millones de euros en los últimos diez años, según dicen las aseguradoras.

Puede que nuestra forma de pensar, nuestras rutinas cotidianas, nuestros horarios y calendarios de trabajo, la programación de viajes y vacaciones y tantas otras cosas que decidimos y realizamos continuamente no estén cambiando todavía a la velocidad que las circunstancias exigen.

Pero, mientras tanto, ciudades y pueblos están empezando a dedicar muchos esfuerzos a analizar su nivel de riesgo y a diseñar medidas paliativas para contener inundaciones y reducir daños; proteger los servicios esenciales, hospitales y escuelas; repensar el diseño del espacio público para que no sea una trampa mortal para los viandantes durante el verano; establecer perímetros de seguridad y cortafuegos respecto a las masas arbóreas. Esto va a consumir cada vez más recursos públicos que habrá que detraer de otras partidas. Y lo que no haga la política urbanística lo hará con eficacia el mercado inmobiliario, que hará caer los precios de los inmuebles situados en las zonas de peligro.

Es dudoso si hemos alcanzado el adecuado grado de conciencia sobre la vulnerabilidad de nuestro nuevo modo de vida. Si estamos preparados de verdad para aceptar que, en estas condiciones de clima extremo, nuestros planes ya no están garantizados. Pero todo llegará. Como ha llegado el futuro tan temido. Solo hace falta aceptar que vivimos ya en otro mundo, en otra época.

José Carlos Arnal Losilla

José Carlos Arnal Losilla

Periodista y escritor. Autor de “Ciudad abierta, ciudad digital” (Ed. Catarata, 2021). Ha trabajado...

 

Directo

  • Cadena SER

  •  
Últimos programas

Estas escuchando

Hora 14
Crónica 24/7

1x24: Ser o no Ser

23/08/2024 - 01:38:13

Ir al podcast

Noticias en 3′

  •  
Noticias en 3′
Últimos programas

Otros episodios

Cualquier tiempo pasado fue anterior

Tu audio se ha acabado.
Te redirigiremos al directo.

5 "

Compartir