Violencia, fe y adicciones: así es 'Mr. Scorsese', el documental definitivo del gran maestro del cine contemporáneo
Apple TV estrena una serie documental dirigida por Rebecca Miller en la que el director neoyorkino repasa, junto a compañeros y amigos, su carrera y la filosofía de un cine marcado por la violencia y su fe católica

Fotograma de 'Mr. Scorsese' / Apple TV / Brigitte Lacombe

Madrid
A sus 82 años Martin Scorsese sigue viviendo el cine con la misma pasión que aquel niño asmático que descubrió las películas en su barrio de Nueva York. Eso, en gran parte, le permitió sobrevivir en su infancia, marcada por el ambiente conflictivo en Little Italy, y le abrió un mundo que luego recorre toda su filmografía. Sus abuelos procedían de Palermo y él creció en una familia de clase obrera y muy católica. Cuando le diagnosticaron la enfermedad, le costaba hacer vida normal, socializar con el resto de niños y se refugió en el cine, al que lo llevaba su padre por el aire acondicionado, y en la iglesia, de la que fue monaguillo y hasta entró en el seminario. Menos mal que después se arrepintió. Esos dos hechos, una infancia cerca de la violencia y la fe vertebran la serie documental 'Mr. Scorsese', un apasionante viaje por los deseos, tormentos y contradicciones de uno de los autores más importantes de la historia del cine.
Rebecca Miller, directora que ya había realizado un trabajo documental sobre su padre, Arthur Miller, y ha firmado otros tantos títulos, es la encargada de sentar a Scorsese durante cinco episodios para repasar más de 50 años de carrera. La también guionista y actriz le escribió una carta por recomendación de la productora Margaret Bodde para convencerle de que había llegado el momento de mirar atrás. El director, reacio hasta ahora a retrospectivas y grandes homenajes, finalmente accedió. Junto a él desfilan por el documental sus amigos de la infancia, compañeros como Steven Spielberg, Brian de Palma, Spike Lee o su inseparable montadora, Thelma Schoonmaker, actores clave en su carrera como Robert De Niro, Daniel Day Lewis y Leonardo DiCaprio, y actrices como Jodie Foster, Sharon Stone y Margot Robbie. También gran parte de su familia, sus tres hijas y algunas de sus exparejas, como Isabella Rossellini. Ella es quien mejor define, entre risas, al maestro: Scorsese siempre ha sido un santo-pecador.

Rebecca Miller junto a Martin Scorsese / APPLE TV

Rebecca Miller junto a Martin Scorsese / APPLE TV
El director recuerda a su familia, las mudanzas a la fuerza, el ambiente familiar, los tíos díscolos y cómo era la vida en aquella época en Nueva York. Le ayudan a completar el puzzle esos amigos de la infancia, incluso un exmafioso, que aún viven y experimentaron lo mismo que él. De ahí que cuando vieron sus primeras películas, todo le resultaba reconocible. "Creo que una de las razones por las que era tan importante para mí que profundizáramos en la infancia, en su vecindario, en su entorno y en la violencia que presenció cuando era niño, es porque todas las terminaciones nerviosas de su obra se remontan al vecindario, a la infancia y a la iglesia, pero también al crimen organizado que imperaba en el barrio y al que estaba expuesto. Para mí era muy importante que lo entendiéramos profundamente", dice Miller en conversación con la Cadena SER desde Nueva York.
Al propio Scorsese le costó entender que el universo que tan bien conocía era lo que hacía su cine diferente. A finales de los 60 rodó '¿Quién llama a mi puerta?' con Harvey Keitel y un cortometraje, 'The Big Shave', contra la guerra de Vietnam. En esa época de efervescencia cultural, política y social, el director buscaba un camino que no encontraba. Se embarcó en el documental de Woodstock, del que fue codirector sin acreditar y se quedó sin Oscar, viajó a Los Ángeles pero se sentía fuera de las dinámicas de Hollywood, y al final fue uno de sus profesores quién le hizo la pregunta definitiva. "Ya tienes la técnica, ahora te falta encontrar una filosofía a tu cine". Y en esa búsqueda, fueron determinantes tanto la Nouvelle Vague y el neorrealismo italiano, como 'Shadows', la obra de John Cassavetes que se le presentó como revelación.
Scorsese rememora cómo se encontró con Robert de Niro en los 70 y empezaron a trabajar en 'Malas calles', película fundacional de su cine. Ambos encontraron un modo de trabajar, de improvisar, de mover la cámara y cambiar el lenguaje cinematográfico que llevarían a otro nivel con 'Taxi driver', obra maestra que Scorsese amenazó con destruir. La serie documental está llena de anécdotas y curiosidades. Fue Spielberg quien lo calmó y le sugirió oscurecer los tonos rojos de la sangre hacia una gama de marrón para sortear las exigencias de calificación por su contenido violento y fue Jodie Foster con 13 años quien daba entrevistas en francés en el Festival de Cannes ante el miedo de Scorsese y De Niro a la reacción de la película. Finalmente, una vez aterrizó en el vuelo de vuelta desde Francia se enteró de había ganado la Palma de Oro.
El espaldarazo con este premio a la película no evitó que se convirtiera en un film polémico y discutido, especialmente por si invitaba a la violencia. Todo eso estalló con el intento de asesinato de Ronald Reagan en el 81 por un hombre obsesionado con 'Taxi Driver'. Una de las virtudes y logros de la serie documental es que se constituye como un profundo estudio sobre la violencia y sus representación. Esa violencia que Scorsese presenció de niño, que su entorno reconocía en el cine, y que nunca fue gratuita. "Una de las cosas que más me interesaba era su fascinación por la violencia. Y hasta cierto punto, al explorarlo como persona, al adentrarme en su vida, él mismo se da cuenta de que se deja llevar por la violencia con mucha honestidad. Él estuvo expuesto a una violencia real cuando era niño. Lo entendió de una manera que creo que muchos cineastas no pueden hacerlo. Hay un momento en la película en el que dice: «A menudo me critican por la violencia», pero me hacen la pregunta: ¿crees que es recomendable mostrar la violencia a una audiencia mundial? Y él dice, si se trata de una violencia veraz, sí. Y creo que todo se entiende porque lo esencial para Marty es la veracidad. Y a veces muestra esa verdad de tal manera que inflama la imaginación de la gente, como pasó con Hinckley o la locura que ocurrió cuando hizo 'La última tentación de Cristo'. Una de las cosas más extraordinarias es que es un cineasta tan personal que tiene una conexión con el público. Y eso también es único", añade Miller.


Película a película, y con el uso de la pantalla partida, Rebecca Miller indaga en cada decisión del director. De cómo Ellen Burstyn lo buscó para 'Alicia ya no vive aquí', del caos que fue el rodaje de 'Nueva York, Nueva York', y cómo empezó a gestionar el fracaso. También de esa oscura etapa de adicción a las drogas donde estuvo a punto de morir y lo salvó su amigo Robert de Niro con el empeño de hacer 'Toro Salvaje'. La carrera de Scorsese, con altibajos y obsesiones, también es la historia de un genio que, como él mismo dice, murió varias veces y al final resucitó. "Una de las cosas extraordinarias de Scorsese es que ves cuántas veces fracasó y tuvo que volver a empezar, o incluso lo despidieron, como en su primer trabajo. Pero incluso cuando ya era un cineasta de éxito, le costaba seguir trabajando, hay algo que no funciona en el negocio porque se da siempre por hecho que tiene que empezar de nuevo. Muchas veces tuvo que reinventarse como cineasta y creo que la reinvención es un tema importante y algo con lo que las personas, incluso las que no son cineastas o artistas, pueden conectarse porque todos tenemos que hacer eso en algún momento de nuestras vidas", explica Rebecca Miller.
Eso le pasó incluso con 'El rey de la comedia', 'Jo qué noche' o el escándalo de 'La última tentación de Cristo', películas incomprendidas en su momento que hoy son reivindicadas. Sin embargo, Scorsese siempre se repuso y en esta etapa de esplendor, o madurez creativa, de los 90 volvió a triunfar con 'Uno de los nuestros', 'La edad de la inocencia' y 'Casino'. Es impagable el momento, con esa pantalla partida, en el que Sharon Stone y Scorsese recuerdan cómo la actriz le recriminó por qué no iba a verla a su caravana antes de rodar cada mañana, como sí hacía con Robert de Niro y Joe Pesci. Ella también quería ser parte de las decisiones y tenía cosas que proponer.

Fotograma de 'Mr. Scorsese' / APPLE TV

Fotograma de 'Mr. Scorsese' / APPLE TV
La serie documental ahonda en el proceso creativo de estas dos películas, de cómo cada decisión estaba, para Scorsese, justificada. "La cámara siempre está al servicio de los personajes y de la veracidad. Él habla de la filosofía de cada toma, de cada plano, porque realmente piensa que cada toma tiene que tener una significado y una razón detrás de ella. En ese sentido creo que, para él, la inteligencia de la película se articula a través de la cámara, pero como autor siempre está interesado en los personajes y los seres humanos, en penetrar en mundos distintos", responde la directora. Ese es uno de sus grandes legados para cineastas de otras generaciones, como los Safdie o Ari Aster, que también participan en el documental. El pensar en el significado y la moral de cada plano.
Al éxito de sus películas sobre mafiosos, gángster y bajos fondos, le siguió algo más místico, pero igualmente conectado con Scorsese. El acercarse al mundo tibetano en 'Kundun', película con la que lo volvieron a destrozar y tuvo que empezar de nuevo. Fue en ese momento, con dificultades para financiar sus próximos proyectos, cuando Robert de Niro le habló de un chico joven con talento, Leonardo DiCaprio. Venía de arrasar con 'Titanic' y buscaba nuevos retos para no encasillarse. Había trabajado con De Niro en 'Vida de este chico' y, para preparar el papel, se había visto todas las películas de Scorsese. Era la combinación perfecta. Una joven estrella en busca de prestigio y con dinero para financiar películas y un veterano director que buscaba, una vez más, reinventarse. Así surgió su primera colaboración en 'Gangs of New York', viejo proyecto soñado por el director donde no se entendieron del todo y, además, Scorsese tuvo que enfrentarse a Harvey Weinstein y su afición a interferir en las decisiones creativas.
Después vendrían títulos como 'El aviador' e 'Infiltrados', película de la que no esperaban mucho y que le dio su primer Oscar como director a Scorsese. Él mismo cuenta que no se ha sentido nunca parte de Hollywood y sus dinámicas, quizás por esa distancia cultural que experimentó al inicio de su carrera, pero ese galardón era también el reconocimiento a toda su trayectoria. Steven Spielberg, George Lucas y Francis Ford Coppola, sus compañeros de revolución en los 70, se lo entregaron ante un teatro en pie que le brindó una emocionante ovación.

The Aviator / Brigitte Lacombe

The Aviator / Brigitte Lacombe
Como si cada década fuera un ciclo para Scorsese, tras los elogios, premios y éxito comercial, la idea de adaptar 'Shutter Island' le devolvió el mal sabor de boca y lo enfrentó a una nueva crisis. El director no tiene reparo en desvelar algunos procesos depresivos, también el fracaso de unos cuantos matrimonios y las ausencias con sus primeras hijas, pero todo cambió también el nacimiento de su hija Francesca y su relación con Helen Morris, hoy enferma de párkinson y ya con dificultades para hablar y moverse. Scorsese se replanteó sus prioridades, pero siguió buscando nuevas historias y ángulos para plasmar sus obsesiones en pantalla. De esas conversaciones surgió 'El lobo de Wall Street', su gran éxito comercial en este siglo, una película salvaje hecha al margen de los estudios y con total libertad creativa que, el propio DiCaprio, recuerda como una de las experiencias más divertidas de su carrera.
Esa pasión con la que sigue recordando anécdotas, curiosidades o cada decisión técnica de una película sigue intacta para Scorsese. No solo como director y cineasta que ha transformado la cultura de los últimos 50 años, sino también como cinéfilo, mecenas y gran conservador de la memoria del cine. El neoyorkino, por ejemplo, acaba de apadrinar la última película de Jafar Panahi en Nueva York, sigue participando en documentales sobre la historia del cine, produciendo a nuevos directores, o dirigiendo el concierto de despedida a Robbie Robertson, amigo personal y miembro de The Band. Es imposible no ver las cinco horas de esta serie documental y contagiarse de esa pasión y esa energía con la que Scorsese mira al cine y al ser humano, también, de paso, entender a muchos de sus personajes, golpeados por la culpa, en busca de redención e impregnados de sus experiencias, las del niño católico rodeado de violencia que decidió mostrar en una pantalla lo que presenciaba en su vida.

José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...




