Soledad Gallego-Díaz: "La población cubana contempla el hundimiento del régimen sentada en una vieja silla a la puerta de su casa"

Madrid

Leonardo Padura es un magnífico escritor cubano que, en su último libro, “Morir en la arena”, construye un perfil demoledor de la situación de la isla. Una isla en la que los más jóvenes se han marchado, se ha exiliado en cuanto han tenido ocasión y los mayores se encuentran desvalidos, sin alimentos suficientes, sin medicinas, en muchas ocasiones sin electricidad y desde hace unos pocos meses incluso sin agua, al menos en algunas zonas donde no llega el suministro.

Como dice Padura, el milagro cubano es que los cubanos viven de milagro. Viven muchos gracias a su “fe”, es decir a su “familia en el exterior” que consigue enviarles algo de dinero o comida. El libro está lleno de guiños y de símbolos, entre otras cosas sobre la relación entre ese exilio y quienes se quedaron.

La visión de esa generación agotada, incapaz de ninguna decisión; una población tan envejecida y cansada que contempla el hundimiento del régimen sentada en una vieja silla a la puerta de su casa, hablando con los vecinos sobre las dificultades de la vida y añorando otra época. Son esos cubanos exhaustos, flacos, sometidos a un régimen totalmente incapaz de proporcionar lo más básico a sus ciudadanos y en el que los niveles de corrupción son brutales, quienes hablan en el libro de Padura. Y el lector se pregunta cuánto puede durar esa situación y hasta donde pretenden llegar quienes sostienen ese régimen.