El acoso de un diputado a una extaquígrafa del Congreso: "Me llamaba todas las noches jadeando"

Durante más de 50 años, Ana Rivero trabajó como taquígrafa en el Congreso de los Diputados. Desde esa posición discreta pero privilegiada, transcribió discursos, silencios y momentos clave de la historia política española. Pero también vivió situaciones que nunca deberían haber ocurrido en una institución democrática. En una entrevista en La Ventana de la SER, Rivero ha contado uno de los episodios más duros de su carrera: el acoso que sufrió por parte de un diputado.

"Fue hace cuarenta años. Yo vivía sola, acababa de comprarme un apartamento, y este señor no dejaba de insistir: quería invitarme a comer, a cenar… Yo le decía que no, una y otra vez. Pero no se rendía", recuerda Ana Rivero. La insistencia se convirtió en acoso cuando el diputado consiguió su número de teléfono —facilitado por el jefe de departamento, según cuenta Rivero— y comenzó a llamarla de madrugada. "Me llamaba a cualquier hora de la noche, jadeando al otro lado del teléfono. No me dejaba dormir. Lo pasé realmente mal, hasta que conseguí liberarme de él", recuerda Ana Rivero.

La solución llegó gracias a su hermano Carlos, que una noche decidió quedarse en su casa. "Me dijo: 'si llama, yo cojo el teléfono'. Y cuando llamó, le dijo: 'Sabemos quién eres'. Ahí se acabaron las llamadas".

Rivero no da nombres, pero sí deja claro que el acoso en el Congreso no es cosa del pasado ni de un solo partido. "Esto es transversal, por desgracia. El Parlamento no es una institución angelical. Aquí ha ocurrido de todo", afirma.

En el mismo libro donde recoge sus memorias: Luz y taquígrafa. 50 años transcribiendo la historia de España, también relata otro episodio, esta vez con un político que la invitó al Museo del Prado con la excusa de revisar unos textos. "Estábamos viendo la exposición, cuando de repente se abalanzó sobre mí, me empujó contra la pared, empezó a sobarme, a intentar besarme. Le pegué una patada y salí corriendo".

Rivero reivindica que estos testimonios se escuchen, no por morbo, sino por justicia. "El respeto hay que ganárselo en el día a día y en las actuaciones particulares", dice. Y aunque nunca quiso ser protagonista, su voz hoy ilumina una parte del Congreso que durante demasiado tiempo ha permanecido en la sombra.