El 10% de Master and Commander que no transcurre en el mar transcurre en estas islas donde no se había rodado nunca

Cuando en 2003 se estrenó Master and Commander: Al otro lado del mundo, dirigida por Peter Weir y protagonizada por Russell Crowe, el público se sumergió en una de las recreaciones más fieles y espectaculares de la navegación militar en el siglo XIX. Lo que pocos saben es que el 10% de esta superproducción no transcurre en alta mar, sino en un lugar tan remoto como fascinante: las Islas Galápagos. Fue la primera vez que una película de ficción se rodaba en este archipiélago ecuatoriano, conocido como "las islas encantadas".

La producción de Master and Commander fue titánica. Requirió la colaboración de tres grandes estudios —Fox, Universal y Disney— y un presupuesto de 150 millones de dólares. Se construyó una réplica de la fragata HMS Surprise, se rodó en los tanques de agua usados para Titanic en Baja California y se utilizaron miniaturas para los planos aéreos. El director Peter Weir exigió un realismo extremo: quería que el espectador sintiera la madera crujir, el salitre en la piel, el miedo antes de una batalla naval.

La película fue un éxito de taquilla, recaudando más de 212 millones de dólares, y recibió diez nominaciones al Oscar. Sin embargo, aquel año competía con El retorno del rey, la tercera entrega de El señor de los anillos, que arrasó en la gala. El filme de Weir solo se llevó dos estatuillas: mejor fotografía y mejor montaje de sonido.

Más de dos décadas después, Master and Commander sigue siendo considerada no solo una gran película de aventuras, sino probablemente el mejor documento fílmico sobre la vida a bordo de un navío militar en el siglo XIX.

La escena en Galápagos no solo aporta belleza visual con planos de Pinnacle Rock en la isla Bartolomé y la isla Pinta, donde vivió el famoso Solitario George, sino que marca un hito en la historia del cine: nunca antes se había rodado una ficción en este ecosistema protegido. La producción respetó los protocolos medioambientales y no causó daños a la infraestructura de las islas. Master and Commander no tuvo secuela, pero se convirtió en un clásico moderno.