La Milla 201: el infierno marino donde se pesca sin control ni humanidad

España es uno de los mayores consumidores mundiales de sepia y calamar, y también la principal puerta de entrada de estos productos al mercado europeo. Cada año, toneladas de cefalópodos desembarcan en nuestros puertos, pero una parte significativa de esas capturas procede de un lugar tan remoto como polémico: la Milla 201, una zona de pesca en aguas internacionales frente a las costas de Argentina.

Este enclave, situado justo fuera de la jurisdicción marítima argentina, se ha convertido en un caladero sin ley. Mientras que dentro de las 200 millas náuticas del país sudamericano existe un plan de manejo pesquero con cuotas y supervisión científica, en la Milla 201 reina el descontrol. Allí faenan más de 340 buques poteros, en su mayoría de bandera china, taiwanesa y coreana, que operan con métodos agresivos y sin ningún tipo de regulación.

Según un informe de la organización Environmental Justice Foundation (EJF), esta zona se ha transformado en un epicentro de abusos medioambientales y laborales. Jesús Urios, responsable de políticas oceánicas de la EJF, advierte que el 42% del calamar que llega a España desde el Atlántico suroeste proviene de estas aguas no reguladas. "España tiene un papel decisivo, no solo por su flota, sino porque es el segundo mayor importador mundial de calamar y sepia", señala. "Tenemos un poder como mercado bastante importante".

Urios explica que dentro de las aguas argentinas hay control, cuotas y supervisión científica, pero "justo fuera, en la Milla 201, no hay ningún tipo de regulación. Todos los años acuden allí flotas que esquilman el recurso sin control y ponen en peligro su continuidad".

Los abusos medioambientales son alarmantes. En estos barcos se han documentado prácticas como el cercenamiento de aletas de tiburón, la matanza de lobos marinos y la captura de pingüinos, animales protegidos que son sacrificados para extraer colmillos o genitales, vendidos luego en mercados asiáticos. "Después de haberlos recogido y arponeado hasta la muerte, simplemente cogen unos colmillos o la genitalia y tiran el resto al mar", denuncia Urios.

Pero el horror no termina ahí. Las condiciones laborales a bordo rozan la esclavitud moderna. "Tenemos tripulantes, en su mayoría indonesios y filipinos, que están a bordo durante años y sufren abusos de todo tipo", explica. Se han reportado muertes por negligencia médica, violencia física, amenazas constantes, castigos con barras de hierro y retención de salarios. "Incluso hay casos de fallecimientos que no han sido explicados, cuerpos tirados por la borda sin autopsia ni protocolo alguno".

Los buques nodriza que abastecen de combustible y recogen las capturas permiten que estas embarcaciones nunca tengan que regresar a tierra, perpetuando el aislamiento y el abuso. "Estos trabajadores están encerrados durante meses, incluso años, sin tocar puerto, sin cobertura, sin contactar con sus familias. Están aislados", concluye Urios.

La Milla 201 es un agujero negro en el mapa de la pesca mundial. Y España, como gran consumidor e importador, tiene la responsabilidad de exigir trazabilidad, transparencia y respeto por los derechos humanos y el medioambiente.