Perdió un brazo por trabajar con maquinaria "del siglo pasado" y la respuesta de la empresa refleja el drama de los accidentes laborales en España

Hasta agosto se han producido más de 400.000 accidentes de trabajo en España y, de estos, 489 han sido mortales. Es decir, casi 500 personas han muerto en lo que llevamos de año por causas relacionadas con el trabajo, con lo que se ganan la vida. Cientos de personas se han concretado este jueves frente a la sede de la patronal CEOE en Madrid, para reclamar a las administraciones medidas contra la siniestralidad en el ámbito laboral y hacer visible la "epidemia silenciosa" que, consideran, representa esta problemática.

Estas cifras, aunque son impactantes, están ligeramente por debajo de las registradas el año pasado. En sectores como la construcción, por ejemplo, las muertes se han incrementado un 20%. Hasta agosto, 113 trabajadores del sector han fallecido y aquí todavía no han aparecido los cuatro que murieron hace unos días en Madrid. En los primeros ocho meses del año, se han producido 52.000 accidentes en la construcción, que han requerido una baja laboral.

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Aunque podrían ser muchos más, porque estos trabajadores consideran "normal" accidentes leves que se producen durante su jornada laboral y por los que no acuden al centro médico. La siniestralidad laboral es un mal que alcanza a todas las profesiones, a todos los cargos dentro de una empresa y sin grandes diferencias entre lo público y lo privado.

La periodista de Economía, Estefanía Salvatierra, ha hablado con, que Juan perdió el brazo derecho hace seis años cuando trabajaba como encargado en una fábrica textil en Alcoi, en Alicante. Entre alguna de sus muchas funciones, se ocupaba del mantenimiento y reparación de la maquinaria, alguna muy antigua, de los años 70 u 80. Concretamente, le pasó con una máquina que tiene un bombo grande con púas que van al contrario de la marcha. Pasaba cerca y vio que la máquina se iba a bloquear y, para evitarlo, utilizó una pistola de aire. "Simplemente, me rozó y ya me atrapó el brazo. No había manera de sacarlo ni de pararlo", recuerda, asegurando que "hasta que no se comió toda carne" no pudo sacar el brazo de la máquina.

Estas máquinas no siguen las normativas actuales de seguridad. "Con las actuales, tú abres una puerta o cualquier cosa y la máquina automáticamente se para", explica. Tras el accidente, Juan tuvo que estar ingresado en el hospital durante un mes y medio, pero no denunció. Al salir, su jefe intentó convencerle en varias ocasiones de que tuvieran el mismo abogado. "A mí ya me habían puesto en contacto con la Asociación DIA y le dije: "Hombre, tonto no soy. ¿Cómo vamos a hacer eso?". Seis años después y gracias al apoyo psicológico, Juan logró salir adelante sin caer en una depresión. "Siempre he sido muy positivo y ahora hago de todo", dice.