Presupuestos 2026: misión (casi) imposible

Madrid

El Gobierno asume la dificultad de sacar adelante las cuentas para el próximo año con la actual mayoría parlamentaria y en este contexto político. Algunos socios desmienten que el Gobierno se haya puesto en contacto con ellos para avanzar en la negociación que califican de "teatro". En caso de no tener un nuevo presupuesto, el Ejecutivo se inclina por prorrogar por tercer año consecutivo el que está en vigor, aprobado en 2023

En público, todo son buenas intenciones con mensajes en los que dejan muy claro que rechazan tirar la toalla. "Sudaremos la camiseta", decía el pasado martes el presidente del Gobierno durante su entrevista con Àngels Barceló en Hoy por Hoy.

"Como hemos hecho siempre que hemos querido tener nuevos presupuestos", repetía Pedro Sánchez cuestionado ante una tónica que se repite de la misma manera durante los últimos cursos políticos. Y es que el Gobierno asume la complejidad de la tarea pero, al menos durante estas semanas de octubre, se muestra convencido de que los Presupuestos para 2026 se pueden pelear.

La realidad, viendo las mayorías parlamentarias y las posiciones de partida de algunos socios para sentarse a negociar, es muy distinta. Y esta es la tónica de los últimos años: desde que se aprobaron los Presupuestos para 2023 (con luz verde en diciembre de 2022), no ha habido nuevas cuentas: prorrogados desde entonces con unas elecciones generales de por medio y una nueva composición parlamentaria.

En una primera fase de un proceso que se dilata durante el último trimestre del año, Hacienda aún no tiene definida la senda de déficit (que tiene que ser aprobada por el Congreso de los Diputados como paso previo a los Presupuestos) ni cerrado el techo de gasto con la otra parte del Ejecutivo: Sumar. Precisamente, los de Yolanda Díaz, por razones evidentes, no serán un obstáculo para tener nuevas cuentas. De hecho, el socio minoritario insiste en la necesidad de presentar los presupuestos en la Cámara Baja aún con el altísimo riesgo que hay de que puedan ser rechazadas. Las partidas sociales, con especial incidencia en la política de vivienda que Sumar quiere potenciar, serán el punto en común entre ambas formaciones.

"Queremos que haya presupuestos", destacan fuentes del PNV y de Bildu. Ambos socios vascos reconocen que llevan semanas en contacto con responsables del Ministerio de María Jesús Montero para alcanzar un acuerdo que, tanto en el caso de los jeltzales como de los abertzales, ligan a compromisos cerrados en negociaciones presupuestarias de años anteriores en los que no hubo nuevos presupuestos. No obstante, tanto en el Gobierno como en este primer grupo de socios no creen que haya problemas para avanzar.

Luego está el caso de ERC. Los de Oriol Junqueras recuerdan que no habido avances ni con la financiación singular, pactada para la investidura de Salvador Illa como president de la Generalitat, ni con el traspaso para la gestión del IRPF en Cataluña. "No son formas de avanzar en la negociación", destacan dirigentes de la formación. "No van a traer las cuentas al Congreso porque saben que no hay mayoría para sacarlas adelante", inciden los republicanos al ser preguntados sobre una hipotética luz verde a los nuevos presupuestos.

Los PGE, casi imposibles sin Junts ni Podemos

Pero si hay dos formaciones con las que el Gobierno sabe que es casi imposible cerrar un acuerdo para las cuentas de 2026 es con Junts y con Podemos. Aunque ambas formaciones han votado junto al Ejecutivo en distintas iniciativas que han salido adelante, lo cierto es que su apoyo nunca se da por hecho.

Tanto es así que Junts y Podemos recalcan habitualmente que "no son socios del Gobierno", desligándose de una relación que podría entenderse como un apoyo sin fisuras. Los independentistas recuerdan que, antes de sentarse a negociar unos hipotéticos presupuestos, el Ejecutivo tiene compromisos pendientes con ellos: la oficialidad del catalán en Europa y el traspaso de competencias migratorias a Cataluña.

Ambos asuntos votados, y rechazados, en el Parlamento europeo y en el español, respectivamente. En el caso de Podemos, las partidas destinadas a Defensa, las relaciones con Israel a pesar del genocidio en Gaza y la política con la vivienda son tres asuntos que los distancian del Ejecutivo para dar su visto bueno. Tanto unos como otros, además, coinciden en calificar esta puesta en escena presupuestaria como "teatrillo".

Con esta fotografía, que poco va a cambiar en las próximas semanas, el Gobierno sabe que la tarea de aprobar unas nuevas cuentas es casi imposible. Antes de ese hipotético, la senda de déficit será el mejor termómetro para calibrar los apoyos que hay. Un nuevo rechazo mostraría que el camino sería prorrogar los presupuestos vigentes, unos presupuestos hechos para 2023.

Desde entonces, ha habido elecciones autonómicas, generales, catalanas, vascas, gallegas y europeas. "Me siento cómodo con estas cuentas", repetía Sánchez el pasado martes en Hoy por Hoy, advirtiendo de lo que puede ocurrir en las próxima semanas con esta negociación. Es el mensaje que cada vez se desliza más desde el Ejecutivo: "Se puede seguir gobernando con esas cuentas". Y sería el tercer curso político consecutivo con esas mismas cuentas prorrogadas.