Santiago Auserón: "Todavía me mueve el deseo de descubrir y compartir música nueva"

Madrid

Santiago Auserón cuenta que Nerantzi —"naranja amarga" en griego— nació de un hallazgo fortuito en Atenas. "Me metí en un restaurante frente al Ágora, se llamaba Musas. Lo que sonaba era muy bonito. En Atenas hay dúos de bouzouki y guitarra por todas partes, pero aquello sonaba un poco más alto que el estándar medio", recuerda. Volvió varias veces y acabó entablando amistad con los músicos que tocaban allí: Vaggelis Tzeretas y Thodoris Karellas. "Al cabo de un tiempo me propusieron adaptar algunos temas suyos al castellano, y así nació Nerantzi". De aquel encuentro entre lenguas y sensibilidades surgió un disco que une dos orillas del Mediterráneo y rescata un diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo.

Auserón, que siempre ha combinado la música con la reflexión, se siente especialmente unido a la cultura griega. "Sigo siendo estudiante de filosofía, y me ha gustado siempre la idea de los pensadores griegos. Cuando conoces la Grecia actual, descubres que es la misma gente que imaginabas en la antigüedad", afirma. Fascinado por la sonoridad del idioma, confiesa: "Llevan cuatro mil años hablando prácticamente la misma lengua, con lo que las raíces de las palabras pesan como sillares de la Acrópolis. Me encantaría poder cantar en griego algún día".

Más que una colaboración, Nerantzi es para Auserón una forma de entender el mundo. "Todavía me mueve el deseo de descubrir y compartir música nueva", asegura. Frente a la sensación de crisis que domina nuestro tiempo, el músico propone una mirada más amplia: "Esta idea de que el apocalipsis se avecina pierde dramatismo cuando uno mira las tradiciones del mundo antiguo y se siente heredero de ellas".