Daniel Guzmán: "Mi vida es mucho mejor con los ancianos. Aprendo muchísimo de ellos"
El actor y director estrena su tercera película, un drama social con tintes de thriller, inspirado en su propia relación con su abuela

Daniel Guzmán presenta su nueva película 'La deuda' en 'La Ventana'
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Madrid
El pasado 17 de octubre se estrenó en cines La deuda, la nueva película escrita y dirigida por Daniel Guzmán, una historia que mezcla drama social y thriller para hablar de temas universales: el cuidado de los mayores, la culpa, la pérdida o la gentrificación.
Protagonizada por Itziar Ituño, Susana Abaitua, Luis Tosar, el propio Guzmán y la anciana Rosario García, fallecida en mayo a los 92 años, poco después de presentar la obra en Málaga, se presenta como un relato íntimo y profundamente humano sobre el afecto y la redención.
La deuda cuenta la historia de Lucas, un hombre de 47 años que comparte piso con Antonia, una anciana dependiente. Ambos llevan una vida tranquila hasta que una deuda amenaza con dejar a Antonia sin casa. Desesperado, Lucas intenta conseguir dinero por cualquier medio, aunque no sea legal, lo que lo llevará a cometer un grave error.
"Lucas es un héroe y un antihéroe", explica Guzmán en La Ventana. "La película se pregunta hasta dónde puede llegar alguien para evitar que una persona vulnerable pierda su hogar". A partir de esa amenaza, la de ver a una mujer anciana, con dependencia, expulsada por un fondo de inversión que ha adquirido el edificio, se desencadena un thriller que, según el director, "nace del deseo de retratar la dignidad frente a la desesperación".
Para Guzmán, la historia tiene una fuerte raíz personal. "La idea me sale de mi propia experiencia, de lo que viví con mi abuela", recuerda. "Ella tenía una afección pulmonar y debía tratarse cada tarde con oxígeno en el hospital. Pasábamos 20 minutos al día en silencio, sin poder hablar, y eso me daba un espacio para imaginar". De ahí nació la premisa: "Pensé qué pasaría si, en vez de ser mi abuela y yo, fueran dos personas que se encuentran por el camino y deciden acompañarse".
Rosario García, el alma de la película
La relación entre Lucas y Antonia se convierte en el eje emocional de La deuda. Pero encontrar a la actriz adecuada para interpretar a la anciana no fue tarea fácil. "El personaje principal estaba escrito para mi abuela", confiesa Guzmán. "Cuando falleció, busqué a alguien que me transmitiera lo mismo que ella me dio. Estuve ocho meses buscando, hasta que encontré a Charo en una residencia. Tenía empatía, sentido del humor, fragilidad y una humanidad inmensa".
Rosario García, que debutó en el cine con esta película, falleció pocos meses después del estreno de la cinta en el festival de Málaga. Guzmán habla de ella con emoción: "Yo sabía que esto iba a pasar, igual que con mi abuela. Estaba obsesionado con que ella y sus hijos llegaran a ver la película, que pudieran ver el trabajo que hicimos y sentir el cariño del público".
El director también quiso reflejar en el propio proceso de rodaje su compromiso con las personas mayores. "En todas mis películas intento que al menos un 30% del equipo técnico y artístico esté formado por personas mayores o en posiciones de jefatura. Lo hago porque mi vida es mucho mejor con los ancianos. Aprendo muchísimo de ellos", asegura.

Culpa, redención y afecto: los pilares del relato
Además de hablar de precariedad y desahucios, La deuda se adentra en el territorio moral de la culpa y la redención. "La culpa está muy arraigada en nuestra sociedad judeocristiana", reflexiona Guzmán. "El perdón siempre viene de arriba: de los padres, de la iglesia, de un ser supremo. Pero en la película, la redención viene del espectador, que debe decidir si perdona o no al protagonista en la escena final".
El cineasta reconoce que ese sentimiento lo acompaña en su vida diaria: "A mí la culpa me condiciona mucho. A veces no me permito equivocarme, cuando en realidad todos hacemos lo que podemos". Para él, la película no solo habla de errores o deudas materiales, sino de las carencias afectivas: "es una historia sobre la necesidad de cariño, sobre las relaciones y el amor por los demás".
Los coloquios, las emociones y el público
Durante la promoción, La deuda ha recorrido siete u ocho ciudades, donde Guzmán ha celebrado encuentros con el público. "Los coloquios son lo más importante, lo que da sentido a las historias. Hemos llegado a estar tanto tiempo hablando que nos han tenido que echar de los cines", cuenta entre risas. Las proyecciones han despertado intensas emociones y reflexiones en los espectadores: "La gente se conmueve, se identifica. Eso demuestra que la película toca al espectador muy de cerca".
En cuanto al proceso creativo, el director dice que le atraen las películas que "le hacen pensar, que dejan un puzle en la cabeza que vas componiendo después". Y mientras reflexiona sobre su oficio, confiesa que también hay otra pasión que lo mantiene vivo: la música.
"Se me da mal todo, pero soy feliz tocando con mis amigos en nuestro grupo de punk, Presbicia", bromea. Su primer concierto será el 20 de noviembre, junto a cuatro amigos bomberos. "Ni canto ni toco, pero el espectáculo está garantizado", asegura entre carcajadas.
Con La deuda, Daniel Guzmán entrega un retrato tierno y desgarrador sobre el amor, la culpa y la dignidad, que recuerda que, a veces, nuestras verdaderas deudas son emocionales.




