Javier Peña, arquitecto: "Todo lo que hay entre nuestra casa y el colegio, nos pertenece"

Imagina una calle cualquiera. A un lado, una mesa de terraza con sillas alineadas, esperando al cliente que paga. Al otro, un banco público, sin consumo obligatorio, sin reserva previa. En esa diferencia aparentemente banal, el arquitecto Javier Peña Ibáñez encuentra una clave para entender cómo la ideología se filtra en el urbanismo. "Un banco frente a una mesa de terraza", dijo en Hoy por Hoy con Àngels Barceló, resumiendo en una frase el conflicto entre lo común y lo privado, entre el derecho a estar y el deber de consumir.

Peña, director del festival Concéntrico y defensor de una arquitectura comprometida, sostiene que cada decisión sobre el espacio público, desde la peatonalización de una calle hasta la retirada de árboles, está cargada de ideología. "La arquitectura tiene ideología", afirmó. "Cómo se reparte el espacio público, cómo se diseñan los concursos, qué se prioriza… todo eso habla de una visión del mundo".

Durante la entrevista, reflexionó sobre cómo la pandemia nos obligó a repensar el espacio público como lugar de encuentro, de convivencia y de empatía. "Los espacios públicos son democratizadores de la ciudad", dijo. "Son una forma de deslindar las diferencias entre las personas y volver a relacionarnos desde códigos nuevos".

Peña elogió transformaciones como las superilles de Barcelona o el rediseño urbano de París, donde las bicicletas han desplazado a los coches y los entornos escolares se han convertido en pulmones de barrio. "Un colegio es el pulmón de un barrio", señaló. "Es donde nos sociabilizamos, donde construimos comunidad".

Pero también alertó sobre la falta de estrategia y coordinación en muchas ciudades, donde decisiones contradictorias conviven a escasos metros de distancia. "Me extraña cuando en calles paralelas se actúa bien y mal al mismo tiempo. Falta transversalidad entre departamentos y visión a largo plazo".

Para él, la arquitectura debe ser una herramienta de mediación, una forma de traducir las tensiones sociales en espacios habitables. Y en ese proceso, elementos tan simples como un banco o un árbol pueden marcar la diferencia. "Hay que hacer una ciudad donde sentarse sin tomar nada sea una posibilidad", reivindicó. "No hay que innovar tanto: un árbol que da sombra en verano y deja pasar el sol en invierno, un banco para descansar… son gestos que transforman".

Peña también subrayó la importancia de que la ciudadanía se sienta propietaria de su entorno. "Todo lo que hay entre nuestra casa y el colegio, entre el centro de salud y la plaza del barrio, nos pertenece. Lo pagamos con nuestros impuestos", recordó. "Si fuéramos más conscientes de esa propiedad compartida, cuidaríamos la ciudad como cuidamos la planta de nuestra terraza".