La reflexión de Jabois por el baño de masas de Rosalía por Callao
El periodista analiza el vértigo de la fama tras la imagen de la artista corriendo por la Gran Vía rodeada de fans

La artista Rosalía a su llegada a Callao en una aparición sorpresa para presentar su cuarto álbum, este lunes en Madrid / Juanjo Martín (EFE)

Algunas escenas capturan el espíritu de una generación. Rosalía corriendo feliz por la Gran Vía de Madrid, seguida por cientos de personas, es una de ellas. Manuel Jabois lo ha capturado con precisión en El País: "En cuestión de fama, después de eso no hay nada: puede igualarse, y sólo superarse, si cambiamos Madrid por Nueva York".
La escena, que podría parecer una anécdota viral, se convierte en símbolo. "¿Cómo se baja alguien de ahí, de qué manera puede ayudarse en los demás para usar la escalera o el ascensor?", se pregunta Jabois, apuntando al vértigo de la fama y al difícil tránsito hacia una vida más tranquila. Rosalía, que ha firmado varios discos que la han convertido en una de las artistas más influyentes del siglo XXI, no comenta partidas de videojuegos. Su fama, dice el periodista, "es una consecuencia lógica y atemporal".
Pero lo más interesante, según Jabois, no será solo ver envejecer a Rosalía, sino también a "la muchedumbre que corre junto a ella, su inmenso poder simbólico". Porque el viaje de la superestrella no es solo hacia el estrellato, sino también hacia la paz: "No la caída ni el olvido sino la paz: el adiós a la locura".
Durante años, la identidad de una artista de ese calibre está sostenida por una relación de reciprocidad con el mundo: "el deseo del público, la visibilidad diaria, la sensación de que todo lo que haces importa, de que cada gesto tuyo genera consecuencias". Y en esa búsqueda de sentido, Jabois lanza una frase que define con delicadeza el fenómeno de la fama: "Pregunto a la IA sobre la fama y me ofrece esta delicada observación: es un sistema nervioso externo".
La clave, concluye, está en cómo se gestiona ese eco perpetuo. "Los más listos consiguen desplazar el deseo de ser vistos hacia el deseo de comprender, o de acompañar, a otros. Los menos listos quedan suspendidos en una especie de eco perpetuo, buscando la intensidad perdida en cada proyecto nuevo, cada relación, cada señal fastuosa de relevancia".




