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Luna Miguel: "La literatura está plagada de intelectuales y escritores macho, como a los que hemos visto pelear en el Congreso de la Lengua"

La escritora revisa 'Lolita', de Nabokov, en 'Incensurables', su nuevo libro, en forma de ensayo novelado. Una conferencia sobre el placer y la censura en estos tiempos de apagón cultural

Luna Miguel: "La literatura está plagada de intelectuales y escritores macho, como a los que hemos visto pelear en el Congreso de la Lengua"

Luna Miguel: "La literatura está plagada de intelectuales y escritores macho, como a los que hemos visto pelear en el Congreso de la Lengua"

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Incensurable (Lumen, 2025) es el nuevo libro de Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990). Un ensayo novelado, una conferencia sobre el placer y la censura, sobre Lolita de Vladimir Nabokov, una de las novelas más polémicas de la literatura contemporánea y que en el año 2029, en el que se produce esta conferencia, ha desaparecido de todas las bibliotecas del mundo.

Miguel ha escrito mucha poesía y también es autora de la novela El funeral de Lolita, del monólogo teatral Ternura y derrota y de los ensayos El coloquio de las perras, Caliente y Leer mata. La también editora forma parte del jurado del Premio Lumen de Novela. El primero fue para Leticia Martin por Vladimir, una suerte de Lolita al revés, con una profesora que ha mantenido relaciones con un chico mucho más joven que ella. Pero el interés de Luna Miguel por la obra de Nabokov empezó mucho antes, con solo 13 o 14 años. "Fue uno de los primeros libros que leí sin el permiso de mis padres, elegido por mí y eso marca una diferencia. Un libro que me hizo sentir un poco más adulta en aquel momento y que me hizo reaccionar en mis diarios", cuenta la escritora. "Mis diarios de esa época son delirantes, quién me quiere, quién no me quiere o con quién me he peleado. De repente, con Lolita hice una especie de primera crítica y dije: no es para tanto", explica.

Cubierta de 'Incensurable', de Luna Miguel

Cubierta de 'Incensurable', de Luna Miguel / Lumen

Cubierta de 'Incensurable', de Luna Miguel

Cubierta de 'Incensurable', de Luna Miguel / Lumen

Incensurable es una clase magistral que imparte la filósofa Lectrice Santos, expulsada de la universidad tras atreverse a dictar una conferencia sobre el placer y la censura, desafiando a sus alumnas a pensar por qué la novela más polémica de la literatura contemporánea ha desaparecido de todas las bibliotecas del mundo. Santos reivindica la importancia de leer y releer clásicos como Lolita, sin dejarnos arrastrar por los prejuicios del presente.

¿Qué es Lolita?, se pregunta varias veces la narradora, que va desarrollando la respuesta a lo largo de la conferencia. "Lolita es una obra de muerte, no una historia de amor. Es la historia de la apropiación de una vida por otra". ¿Qué es Lolita, Luna, ese espejo en el que no queremos mirarnos?

Un libro fantástico. Un libro fantástico por lo que duele y por lo que acaricia.

¿Cómo te ha marcado el Movimiento #MeToo a la relectura de Lolita, el aprender que al consentimiento también se nos puede forzar?

El MeToo fue fundamental, porque hizo que muchas releyéramos Lolita acompañadas. Esa lectura que muchas veces habíamos hecho solas, de repente la estábamos haciendo en común. Fue un libro que se releyó en muchos clubes de lectura, en el mío también, de hecho de aquí viene Incensurable, de mi club de lectura, no es otra cosa. Y es un libro que, de repente, estaba en los relatos sobre el abuso de otras personas. Del mismo modo que ha habido lecturas políticas dependiendo de cuándo se haya leído este texto, se ha ido marcando por los debates políticos de cada momento. Han pasado ya 70 años, que son muchos, y en cada tiempo se ha ido releyendo conforme a esos debates políticos. Evidentemente, la llegada del MeToo lo que hizo fue entender un poco mejor las dinámicas abusadoras de Humbert Humbert.

"Nosotras no odiamos", dice la protagonista en un momento en el que se cruza un debate sobre el feminismo. ¿Cómo ves el feminismo hoy?

Pues no estoy segura. Creo que es un momento muy crítico, porque hay unos Estados fascistas que están persiguiendo lecturas. Hay políticos que están persiguiendo la idea del aborto libre, en países en los que el aborto parecía ya un derecho innegable, ¿no? Hay genocidios sucediendo a nuestro alrededor, al otro lado de nuestro mar. Hay mucha violencia y quizá leer una obra tan violenta también pueda ayudarnos a entender por qué muchas veces nos dejamos llevar por la palabrería del asesino. Que es lo que creo que también está pasando, que nos estamos dejando llevar por la palabrería, el balbuceo asqueroso de muchos censores y de muchos fascistas.

A pesar de que Lolita está escrita de tal modo que consigue hacernos olvidar que está mal violar niñas, hay un alegato en contra de su censura, de eliminar, suprimir, borrar, tachar, cancelar, anular, obliterar. ¿Estás en contra de la pretensión del Gobierno de España de prohibir por ley determinadas publicaciones, como la del libro sobre José Bretón?

Sí, me parece que si queremos prohibir libros en los que un padre mata a un hijo, tendríamos que empezar a prohibir todo lo que sea la mitología griega. Tendríamos que ir al Prado y eliminar a Goya, por ejemplo, Ese Saturno devorando a sus hijos debe ser borrado, ¿no? Si vamos a ponernos así, deberíamos borrar la historia del arte. Y deberíamos borrar, además, todo lo que nos haga pensar sobre por qué está mal que un puto Dios devore a sus hijos. Es que si prohibimos literatura, si prohibimos arte, prohibimos la capacidad de pensar también alrededor de esas atrocidades que pasan. Lo que hay que hacer es educar y crear lecturas críticas, que nos permitan detectar todo ese mal que está sucediendo en nuestra sociedad. No borrar obras literarias que pretendan poner el ojo en esas atrocidades que siguen pasando y seguirán pasando, haya libro o no haya libro, haya cuadro o no haya cuadro.

Detalle de 'Saturno devorando a un hijo' de Goya

Detalle de 'Saturno devorando a un hijo' de Goya

Detalle de 'Saturno devorando a un hijo' de Goya

Detalle de 'Saturno devorando a un hijo' de Goya

¿Cómo leer las novelas con una perspectiva reparadora? El arte de la relectura es tan similar a lo que significa estar vivas, pero también castra y convierte en un cuerpo lleno de agujeros profundos a la narradora.

A ver, una cosa es releer y otra cosa es ser la protagonista de Incensurable, que es una tipa a la que se le va la puta pinza, con perdón, estoy diciendo muchas palabrotas, pero es que este tema me enciende. Y siempre he sido muy mal hablada. La relectura en su caso ya es una especie de obsesión, una especie de vicio y de alcoholismo lector, por así decirlo. La figura de la escritora alcohólica está aquí reflejada y creo que ella acaba leyendo como quien bebe, como quien no puede parar de beber, como quien no puede vivir si no ha bebido. En su caso, la relectura deja de ser limpia cuando empieza a ser una adicción.

A propósito de esto que comentas, ¿la historia de la literatura es la historia de nuestras adicciones o es la historia de nuestras violaciones?

Hay un juego todo el rato con esta frase, con esta repetición insistente, ella planteándose qué es la historia de la literatura, qué es la historia del pensamiento, hay mucho juego ahí. No lo sé, supongo que en cada momento la historia de la literatura es una cosa u otra, por eso ella cambia de opinión. La historia de la literatura es la historia del ser humano, al fin y al cabo, no se puede separar una cosa de la otra y el ser humano, muchas veces, es adicción. Muchas veces es violación y muchas veces es también belleza, porque la historia de la literatura puede ser la historia de la búsqueda de la belleza.

¿Por qué lo sitúas en 2029, el año de El Gran Apagón? Si estamos viviendo el gran apagón hoy en la literatura, con la censura de miles de libros en tantas bibliotecas y escuelas de Estados Unidos.

Me interesaba 2029 por una cosa más friki, supongo, y es que es el año en el que se cumplirán cien años de la publicación de Un cuarto propio, de Virginia Woolf. Esto era una conferencia y Un cuarto propio, más que un ensayo, es la reescritura de una conferencia que ella convierte en ensayo y también en ficción, porque hay personajes de ficción que pululan por su texto. Pues me parecía que ese podía ser mi homenaje. Sé que hay muchas relecturas de Un cuarto propio, sé que a Virginia Woolf se la revisa constantemente y se proponen relecturas constantemente. Quizás el mejor homenaje que yo podía hacerle era imaginar a otra profesora, cien años después de aquella charla, intentando también emular sus pasos.

En los tiempos de la prehistoria de Internet, Lolita era una novela con la que la narradora aprendería todo sobre el amor y sobre el sexo. Esto hoy lo aprendemos en Internet, desde muy temprana edad y con el porno, donde no hay amor ni erotismo. O hay amor macho, podríamos decir. Pero, ¿dónde están hoy esas novelas sobre amor y sobre sexo?, ¿dónde están las eróticas del siglo XXI, como Erika Lust y Sara Torres?

Bueno, tenemos visiones y reediciones de clásicas y tenemos mucho donde elegir. Ojalá las inteligencias artificiales no borren también la posibilidad de hacer esas búsquedas. Creo que una de las cosas más importantes, a la hora de buscar lecturas y buscar conocimiento, es la curiosidad y el propio hecho de investigar. El propio acto investigador también es placentero. Y ahora tendemos a preguntarle a ChatGPT: dime cinco novelas eróticas. Quizá hemos perdido un poco esa capacidad de irnos a la librería y preguntarle a un librero. O estar en internet rondando citas o los blogs, ¿no? ¿Qué va a pasar con todo ese cementerio de blogs que hay? Es, en cierto sentido, una biblioteca de Alejandría, porque las webs desaparecen, las webs de esas revistas que estuvieron antes o chats que nos formaron y que formaron nuestra manera de pensar. Entonces, yo creo que es bueno que un lector ávido, joven, no se conforme con la primera respuesta de una IA y que se siga empeñando en hacer arqueología digital, que es a lo que vamos a tener que empezar a dedicarnos ahora, a ser arqueólogos blogueros.

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Todos estos libros que escriben las mujeres sobre su placer, deseo, sexo o temas como la maternidad, ¿siguen tachándose de poesía confesional? ¿Mujeres escribiendo cosas de mujeres?

Sí, evidentemente, solo hay que ver el revuelo con que una Annie Ernaux pudiera ganar un Nobel y las lecturas infantilizadas también que se han hecho de su experiencia. Parece que tienes que escribir una obra sin puntos, ni comas ni párrafos para que piensen que tu Nobel sí que es merecido, ¿no? Yo estoy a favor de ambas cosas. Ojalá ni puntos ni párrafos, mucha experiencia y ojalá lo que el escritor quiera y menos mirada paternalista sobre eso que quiere el escritor o la escritora.

¿Qué es el escritor macho? ¿No hay demasiados escritores machos en la literatura? ¿Son pocos, pero haciendo mucho ruido porque se ven amenazados?

Ah, no, son muchos. Son muchos, pero se les quiere también.

¿Deberían los machos leer precisamente este libro?

Que hagan lo que quieran. Bueno, no sé si llevan mucho tiempo haciendo lo que quieren. No lo sé, yo he intentado escribir algo con lo que pretendía también hacer reír al lector y a la lectora. Es una de las primeras veces en las que he intentado ser un poco bruta también, pero bruta no por las palabras utilizadas, porque siempre me he caracterizado por ser una malhablada y por meter muchas palabras sexuales y muchos conceptos un poco locos en mi literatura. Pero aquí creo que me he atrevido también a hacer análisis un poco cabroncete y chistoso sobre la industria literaria y también sobre mi propio feminismo. He intentado reírme de mí misma y, cuando una se ríe de sí misma, encuentra la capacidad también de conectar con muchos lectores que, de otra manera, no hubiesen llegado a ti porque te asumen como demasiado intensa, o porque creen que les das una tabarra feminista demasiado intensa o porque creen que solo estás hablando de ti. Cuando te ríes de ti misma, hablas de ti, pero también le das al otro pie para que converse contigo.

¿Qué es un lector belicoso o un lector criminal, ese que utiliza la literatura a su favor y con saña, que la coloniza con su yo? ¿No vivimos en una sociedad de criminales, cada uno en su burbuja, interpretando o justificando su propia ideología?

Todos tenemos algo de criminales, eso es evidente, todos queremos llevarnos a nuestro terreno las cosas. Al fin y al cabo, la protagonista de Incensurable se queja del lector criminal del que hablaba Ricardo Piglia, pero, al mismo tiempo, también es un poco criminal. Es decir, todo lo relaciona con su obsesión. Cuando una es una lectora criminal, tiene que enterarse de que lo es, saber qué lo es y saber que puede equivocarse. A veces nos cuesta tanto pedir disculpas por algo que hemos dicho, a veces nos cuesta tanto pedir perdón por es, que yo creo que ese es el verdadero problema, no atreverse a pedir disculpas.

Además de los lectores criminales, esos que no leen, pero condenan, están los autores controladores, como Nabokov. ¿En qué sentido lo era? ¿Sigue controlándote o ya te has reconciliado, de alguna manera, con él?

A ver, yo quiero que me controle, por favor. Además, era tan inteligente, tan maravilloso, tenía una capacidad para leer, para desgranar los libros, para encontrar conexiones entre clásicos rusos y El Quijote o Madame Bovary. Explicaba tan bien la literatura, que sí, que nos controle. Su narrativa está tan bien hilada, tan llena de pistas y de referencias. Nabokov era el genio de hacer esto. Siempre hay algo que te está escondiendo otra cosa. Por eso es inacabable la lectura de Lolita, porque siempre hay una referencia oculta y eso a los frikis lectores nos gusta.

"Sabemos que no somos libres porque el deseo existe. Sabemos que nunca seremos libres porque desafiar nuestro apetito nos condena", escribes. ¿Qué es la libertad y dónde encontrarla, si todos somos seres deseantes?

No sé qué es la libertad. Supongo que tendría que estudiar una carrera de filosofía, a lo mejor, para responderte, no tengo ni idea. Lo que sí sé es lo que no es la libertad. Esa cosa que te impide poder hablar, que te impide poder opinar, que te impide poder decir lo que amas, eso no es libertad. Y quizá prefiero responder con ese contrario.

"Los intelectuales, a veces, sirven para algo, aunque ese algo solo sea salvarse el culo entre ellos". ¿Qué poder tienen hoy los intelectuales, que decenas o cientos de ellos firmen una carta contra el genocidio en Gaza o contra la censura?

Tampoco lo sé. Hay muchos tipos de intelectualidad también, hay muchas corrientes ahí, no son un ser homogéneo. Ahora estamos viendo cómo se pelean entre la RAE y el Cervantes, una pelea por el español, por el idioma, una pelea por el dinero asociado a nuestro idioma también, que es lo más peligroso.

De machos, como decíamos.

De machos con cierta edad, además. ¿En qué se entretienen los intelectuales? Pues muchas veces, como digo, más en pensar en ellos mismos que en lo que está pasando fuera. Sobre el tema de Gaza hay algo que se ha pronunciado mucho, incluso Pedro Sánchez llegó a decirlo y no estoy metiendo a Pedro Sánchez en el club de los intelectuales, pero ahí está. Hablaba de estar en el lado bueno de la historia y a mí esto es algo que me escandalizaba un poco, porque ¿qué significa querer estar, a toda costa, en el lado bueno de la historia? Es pensar solo en ti mismo, en cómo va a quedar tu nombre grabado en una piedra. No es pensar en que hay gente muriendo, pasando hambre y sufriendo desde hace dos años en la Franja de Gaza, es pensar en que tú quieres estar en el lado bueno de la historia. Y ese discurso es el que yo critico en Incensurable, al que nos inscribimos muchísimas veces los intelectuales cuando firmamos cartas desde nuestra casa, en pijama, cobrando nuestros royalties por nuestros últimos libros. No me parece nada valiente, no me parece nada valiente firmar un comunicado, si eso no te lleva a salir a la calle, si eso no te lleva a mojarte, si eso no te lleva a hacer algo más.

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