La anécdota que hacía a Romário diferente al resto en el Barça: "Su vida era ordenada desde el desorden"
José Mari Bakero, en 'El Bar' con Sique Rodríguez, ha contado el peculiar estilo de vida que tenía el delantero brasileño en el club blaugrana

La anécdota que hacía a Romário diferente al resto en el Barça: "Su vida era ordenada desde el desorden"
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
En aquellos años en los que el Barça de Johan Cruyff deslumbraba al mundo, el vestuario azulgrana era mucho más que un grupo de futbolistas talentosos: era una mezcla explosiva de genio, disciplina y caos creativo. José Mari Bakero, uno de los pilares de aquel equipo, ha recordado, en 'El Bar' con Sique Rodríguez, la forma en que convivían personalidades tan dispares como las de Romário, Hristo Stoichkov y el propio Johan como entrenador.
"Johan Cruyff hacía mejor a Romário"
"A él le gustaba estar", ha contado Bakero refiriéndose a Romário. "Ni bailaba, ni bebía, ni nada, pero estaba hasta las tres de la mañana. Dormía de tres a nueve, cinco horas, y luego por la tarde se metía una siesta de cinco o seis. Él tenía este tipo de vida". Una rutina que, vista desde fuera, parecía un sinsentido, pero que en él funcionaba con una precisión casi matemática. Era lo que Bakero llamaba una vida ordenada desde el desorden. Romário era así: indomable, nocturno, pero eficaz como pocos.
Más información
Bakero también ha evocado con cariño y fascinación los días de carnaval futbolero que se vivían en Sevilla o en cualquier campo de entrenamiento, donde Romário, Hristo y Johan convertían cada sesión en una pequeña competición. "Salíamos al campo y antes de empezar la charla, hacíamos un círculo. Salía Hristo, luego Romário y después Johan", relataba el excentrocampista. "Entonces Johan decía: ‘Mil pesetas si le das al palo desde la mitad del campo’. La peculiaridad es que, a veces, Johan le daba al palo. Y claro, ellos dos se picaban". Respecto, a la famosa anécdota del carnaval de Río, Cruyff le pidió a Romário que marcara dos goles para poder liberarle. Los metió ambos en la primera parte y se fue. Una muestra más de que la genialidad de Romário necesitaba incentivos para llegar a su máximo esplendor.
Aquel simple juego, casi infantil, se transformaba en un duelo de titanes. Johan, el maestro, y sus dos alumnos más rebeldes, Romário y Stoichkov, se medían no solo en precisión, sino en orgullo. "Esto hacía que Johan hiciera a Romário competitivo", recordaba Bakero. No se trataba de dinero, ni de una apuesta banal. Era una forma de medir el alma del futbolista, de mantener encendida esa chispa que diferenciaba al talento del genio.

Marcos Gómez-Díaz
Periodista deportivo en la Cadena SER, con una pasión inagotable por el fútbol y su capacidad para emocionar....




