El inventor de la tragedia griega murió por culpa de su calva
Marta Fernández vuelve con 'La Academia de los Saberes Inútiles'

El inventor de la tragedia griega murió por culpa de su calva
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Madrid
No hay academia que se precie sin exámenes. Ni siquiera nuestra Academia de Saberes Inútiles. Y como en el temario de esta semana toca el Día de Difuntos, vamos a hablar de algunas de las muertes más sorprendentes de la historia.
La muerte de Esquilo
Si hay una muerte rocambolesca en toda la historia, esa es la de Esquilo, prácticamente el inventor de la tragedia griega. Tiene su punto irónico pasarse la vida imaginando formas épicas, sangrientas y espectaculares de morir, y acabar falleciendo de forma bastante ridícula. Tragedia es haber sobrevivido a los persas en las batallas de Maratón y Salamina y terminar tus días como lo hizo él.
Fueron el escritor romano Valerio Máximo y Plinio el Viejo, auténtico gacetillero de la Antigüedad, quienes contaron el desenlace. La historia comienza cuando Esquilo se retira a escribir tranquilamente fuera de las murallas de la ciudad de Gela. Un día, paseando por el campo, un águila que sobrevolaba la zona confundió su reluciente calva con una piedra. El ave soltó la tortuga que llevaba presa para romperle el caparazón con el golpe y poder comérsela. Así que, en lugar de recibir la iluminación de las musas, a Esquilo le cayó un tortugazo.
Una muerte olvidada
Hay celebridades que mueren y, por una razón u otra, nadie se entera. Ese fue el caso de Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz. Falleció a los 69 años, pero su muerte apenas fue un párrafo en los periódicos, porque ese mismo día también murió John F. Kennedy.
El funeral de Victor Hugo
No solo el obituario de Stendhal tuvo tres míseros renglones con su nombre mal escrito, sino que además solo tres personas acudieron a despedirlo al cementerio de Montparnasse. Menos mal que una de ellas fue Prosper Mérimée, que lo dejó todo por escrito. Todo lo contrario ocurrió con el funeral de Victor Hugo, que provocó otros tres funerales.
Las víctimas murieron al caer al Sena intentando ver pasar el cortejo fúnebre. Las crónicas de la época cuentan que más de tres millones de personas acudieron a París para despedir al escritor más famoso de Francia. Fue lo único modesto de una ceremonia organizada como un funeral de Estado. Hasta colocaron un crespón negro gigante en el Arco del Triunfo. Los comerciantes hicieron tanto negocio que muchos decían: "Que se muera un Victor Hugo todas las semanas".
Un músico ahogado
Enrique Granados, conocido compositor español, viajaba en 1916 de regreso a Europa desde Estados Unidos a bordo del Sussex, un barco británico que fue torpedeado en el Canal de la Mancha por un submarino alemán. Granados se lanzó al agua para intentar salvar a su esposa, a pesar de que no sabía nadar. Oficialmente murieron 50 personas; extraoficialmente, pudieron ser cien, ya que se sabe que el barco llevaba más pasaje del permitido. Lo que no es tan conocido es que, según documentos desclasificados en Alemania en 2019, el ataque pudo estar directamente relacionado con la presencia de Granados a bordo.




