La undécima edición del Reto Pelayo Vida se pone en marcha en Costa Rica

Esquipulas (Costa Rica)

Atrás han quedado meses de duro entrenamiento. Eduina, Toñi, Idoia, Mapi y Verónica se sacuden los nervios previos al inicio de la primera etapa del Reto Pelayo Vida, y un último grito de guerra se escucha junto a la inmensa Playa Linda (Matapalo), bañada por el Océano Pacífico, donde a primera hora de la mañana va a dar comienzo el mayor reto deportivo de sus vidas. 

A las cinco participantes les une haber superado en los últimos años un cáncer de mama, una enfermedad que se prevé que afecte diagnosticadas hasta 37.000 mujeres en España en este 2025. Cinco meses después de ser seleccionadas entre 523 candidatas y tras duras semanas de entrenamiento, les esperan once largas etapas para atravesar Costa Rica de oeste a este. Más allá de superar el reto deportivo, las aventureras también quieren trasladar el mensaje de lo fundamental que ha sido el deporte durante y después del cáncer y para reclamar más investigación.

La jornada previa al arranque de la expedición fue intensa para las participantes. Una recepción con el embajador español en el país, Juan Ignacio Morro, y un emotivo acto a cargo del ICT (Instituto Costarricense de Turismo) sirvieron como prolegómeno de la gran aventura. La visita inesperada fue la de un terremoto, de 5,9 en la escala de Richter, que afortunadamente se quedó en un susto para todo el grupo y que se saldó sin daños personales en las zonas afectadas.

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Sobre la arena paridisiaca de Playa Linda, Idoia, Verónica, Mapi, Eduina y Toñi, pegan sus primeras pedaladas. Serán cuatro las disciplinas que deberán realizar durante el viaje: bicicleta de montaña, trekking, kayak y rafting. El primer día consta de 45 kilómetros sobre las dos ruedas, con un desnivel positivo de 1500 metros. "Parecía que el final de la etapa no iba a llegar nunca", confiesa Toñi, agotada tras el esfuerzo de la primera etapa. Y es que entre medias se ha pasado del asfalto a los caminos sinuosos, del sol pegajoso a la tormenta tropical, y las pendientes se han ido haciendo cada vez más pronunciadas. Más de siete horas de jornada, que sirven también para comprobar la fortaleza del grupo. Mapi ha empezado la jornada con problemas estomacales, Eduina ha sufrido una caída sin consecuencias en plena subida, pero entre todas los ánimos y la ayuda es constante: "Tenemos claro que para ganar y superar el Reto tendremos que trabajar las cinco en equipo", comenta Verónica. Ni la lluvia, que amenaza con convertirse en anfitriona permanente de este viaje, saca el lado negativo de las participantes: "Nos ha venido hasta bien. Estoy calada hasta los huesos, pero con el calor y la humedad que había ni tengo frío, e incluso me ha refrescado", cuenta Idoia tras llegar a la meta.

La expedición descansa en un campamento situado en la ladera de una montaña, en la zona de Esquipulas, rodeados de nubes que impiden ver el Pacífico, ahora a decenas de kilómetros y a 1.000 metros de respecto adonde hace horas se dio el pistoletazo de salida de este Reto Pelayo Vida. El mar tardará días en volver a aparecer. Y será el Caribe, al otro lado del país. Por lo pronto, aguarda otra dura etapa en bicicleta para adentrarse en plena selva costarricense.