"Me metieron en un disfraz que olía a culo": el primer gran papel de Aníbal Gómez
El cómico español pasó uno de sus momentos más terroríficos de su vida disfrazado del mítico 'Gato Isidoro'

‘Me metieron en un disfraz que olía a culo’: el primer gran papel de Aníbal Gómez
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Madrid
Lo que parecía una noche desenfadada entre amigos disfrutando del nuevo circo que había llegado a la ciudad, acabó convirtiéndose en uno de los recuerdos más raros y desagradables en la memoria del cómico español Aníbal Gómez.
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El comediante había oído hablar de la llegada de un nuevo circo a Villanueva de la Jara, municipio de la provincia de Cuenca donde nació y vivió su infancia. Ante tan gran noticia, Gómez decidió reunirse con sus amigos para acudir en grupo al espectáculo.
Una gran decepción
Según le cuenta el comediante a Raúl Pérez, presentador de A las bravas, este circo no era de animales, sino que venía "a presentar a D’Artacán, David el Gnomo" y otros personajes de programas infantiles que triunfaban en España. Uno de los grandes reclamos que se mencionaban en los carteles promocionales era el mítico Gato Isidoro.
La decepción comenzó cuando lo que parecía ser un show de grandes dimensiones, con numerosos trabajadores y gran equipamiento, terminó siendo una furgoneta conducida por dos hombres que solo portaban una serie de trajes que Aníbal Gómez calificó como "mugrosos".
De espectador a personaje
Pero eso no fue todo. La sorpresa mayúscula llegó cuando, ya sentados en las gradas, el presentador del espectáculo, al que "le faltaban varias piezas en la boca", según el cómico, pidió voluntarios entre el público, incluyendo al propio Aníbal, para participar en la función.
El pequeño Gómez bajó a la arena ilusionado, y lo único que se le indicó fue: "Tú, ponte esto". Ese atuendo que tuvo que ponerse era, ni más ni menos, que el disfraz del Gato Isidoro. Además, el también cantante y actor destacó que el disfraz olía a "culo" y a "drogas de los 80".
Gómez termina esta anécdota clasificando la experiencia como una completa "pesadilla" y destaca que, a pesar de todos estos giros y sucesos desagradables, terminaron pagando la entrada al circo, que costaba "25 pesetas".




