La profunda reflexión de Álex Márquez tras tras confirmar el subcampeonato detrás de su hermano: "No sé engañar a la gente"
El piloto de Gresini culmina su exitosa temporada con una segunda plaza en la ‘sprint’ ganada por Bagnaia en el GP de Malasia

Alex Márquez en el clasificatorio del Gran Premio de Malasia / Steve Wobser

En cuanto bajó de la moto, Álex sintió que las manos no le respondían como siempre. Las llevaba rígidas, tensas, como si aún estuviesen agarradas al manillar de la Ducati. Había llegado segundo en la sprint de Sepang, y esa posición, tan simple en apariencia, encerraba una historia que llevaba años construyéndose. Una historia que, hasta ese instante, quizá ni él mismo había sabido nombrar.
Más información
Cerró los ojos unos segundos, respiró, y entonces entendió. Lo había conseguido. Álex Márquez se había proclamado subcampeón del mundo. La gente alrededor celebraba, se abrazaba, gritaba su nombre. Los mecánicos aplaudían. Las cámaras lo buscaban. Pero Álex estaba en otro lugar. Dentro de su casco aún resonaba el silencio que siempre llega antes de una verdad importante.
"No se puede pedir nada más"
"Me temblaba todo", confesó después en los micrófonos de DAZN. Y no era una frase hecha. En esas últimas vueltas sentía que cualquier movimiento podía deshacerlo todo: su carrera, su temporada, ese hilo invisible que lo había mantenido en pie durante años de contraste constante con la sombra más grande del motociclismo moderno: su hermano.
Marc, desde casa, lesionado, pero con los ojos brillantes frente a la televisión, había señalado la pantalla con una sonrisa que pocas veces se ven. "No se puede pedir nada más", escribió en sus redes sociales. Y en ese gesto había amor, orgullo y una comprensión que solo nace cuando dos historias se han tejido juntas desde la infancia.
"Soy muy autocrítico, reconozco mis errores"
Álex siempre había sido el piloto que no presumía. El que no se vendía. El que, incluso en los días buenos, encontraba algo que mejorar: "Yo, personalmente, soy un piloto muy autocrítico, que se sabe vender muy poco, y por eso mucha gente no me valora demasiado, porque no sé engañar a la gente. He hecho un podio, pero no he pilotado bien, pues lo digo, no tengo problema en ello. La moto no estaba al 100%, pero podría haber pilotado mucho mejor. Es mi carácter, que creo que también es una virtud y lo que me ha ayudado a llegar hasta aquí".
Porque el subcampeonato no le ha caído del cielo. Vino después de temporadas planas, caídas amargas y miradas ajenas que parecían decir: no va a llegar. Vino después de ser "el otro Márquez". Y, sin embargo, allí estaba. Con 388 puntos, con victorias que antes no imaginaba, con podios repetidos domingo tras domingo. Con la certeza de que lo que se había ganado no era un trofeo: era identidad.
Álex ha mirado al cielo y ha dejado que esa calma lo atravesara, como si hubiera llegado, por fin, la respuesta que llevaba años buscando. No era ser primero. No era ser Marc. Era ser él mismo.

Marcos Gómez-Díaz
Periodista deportivo en la Cadena SER, con una pasión inagotable por el fútbol y su capacidad para emocionar....




