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Las integrantes del Reto Pelayo Vida salvan una etapa de grandes lluvias y rampas al estilo L'Angliru

La segunda jornada de bici de montaña en tierras costarricenses está marcada por enormes pendientes y una tormenta que obliga a detener la etapa

El Reto Pelayo Vida asume el reto de Costa Rica en 2025 / Héctor González

Santa María de Dota (Costa Rica)

La segunda jornada de bici de montaña en tierras costarricenses está marcada por enormes pendientes y una tormenta que obliga a detener la etapa

Para las cinco participantes de la presente edición del Reto Pelayo Vida, prepararse para las etapas de bicicleta de montaña en el interior de Costa Rica podía resultar a priori sencillo teniendo en cuenta la variedad de montañas con las que cuenta la geografía española. Por ejemplo, Verónica se entrenó en cimas de la madrileña Sierra de Guadarrama como el Alto de Abantos, Mapi cerca de la Font del Llop de Elche, Eduina por la Sierra de Huelva, Idoia en el riojano Monte San Lorenzo e incluso Toñi se puso a tono en los Pirineos. Sin embargo, hay cosas para las que es imposible preparase.

La segunda etapa de la aventura parte desde Tarrazú con un duro perfil que recorrer: 1.500 metros de desnivel positivo repartidos en menos de 30 kilómetros. Una distancia que puede parecer corta, pero que no es otra cosa que un L'Angliru a la costarricense: pendientes de más del 20%, pero sobre caminos de tierra y piedra y bajo la lluvia incesante. A pesar de que el día amanece soleado y con una preciosa bajada por una zona de cafetales (dicen los lugareños que producen el mejor café del país), surgen las rampas y las nubes que amenazan con descargar agua.

Las protagonistas del Reto Pelayo Vida 2025 en bicicleta / Héctor González

"Es complicado tener agarre, hay arcilla, pizarra, todo resbala", se lamenta Toñi. La pendiente se empina hasta tal punto que las cinco aventureras se ven obligadas a echar el pie a tierra y a empujar sus bicicletas cuesta arriba. Idoia ha pasado mala noche y tiene la tensión algo alta, pero la que peor lo está pasando es Eduina, que se duele de uno de sus brazos. Debido al cáncer de mama, a la expedicionaria onubense le tuvieron que extirpar los ganglios de esa parte del cuerpo, lo cual le produce un déficit linfático que le está causando pequeños linfedemas durante la etapa. Sus compañeras y el director técnico del Reto, Carlos Martínez, animan y cuidan en todo momento de 'Edu' para que consiga salvar el día.

Es entre enormes y frondosos árboles, en plena subida al Alto La Guaira, de casi 2.000 metros de altitud, cuando empieza a jarrear. Un diluvio que obliga a neutralizar la etapa durante más de una hora y a acortar parte del recorrido porque apenas quedan un par de horas de luz. Cuando la lluvia amaina, la expedición con Eduina prácticamente recuperada, reemprende el rumbo camino de Santa María de la Dota, un pequeño pueblo del interior donde el grupo pasará la noche.

"La fortaleza mental ha influido mucho en sacar adelante una etapa tan exigente como la de hoy", comenta Verónica ya en la llegada. Mientras la ropa empapada está en la secadora, las integrantes del Reto Pelayo Vida miran ya hacia el día siguiente en suelo costarricense, en el que por primera vez convergerán dos disciplinas: bicicleta de montaña y trekking, buscando los 3.000 metros de altitud.