Qué fue de... Gica Hagi, el 'Maradona de los Cárpatos' que disputó 'El Clásico' con las dos camisetas

Gheorghe Hagi (Sacele, Rumanía, 1965) fue y sigue siendo el mayor talento que ha dado el fútbol rumano. El auge en su juego coincidió con la época dorada de su selección, impulsando por extensión las carreras de sus compatriotas y dejando huella en el Mundial 1994. También el fútbol español dio buena cuenta de sus capacidades, convirtiéndose en una de las estrellas de LaLiga en los 90. Pasó de ídolo a villano en el Real Madrid cuando, después de dos emporadas vistiendo de blanco, decidió aceptar una oferta para recalar en el FC Barcelona.

Un mediapunta de técnica privilegiada, alcanzó la cima en su país muy pronto y llegó incluso a colocar al fútbol rumano a unos niveles nunca vistos. Se labró una carrera muy trabajada dando saltos en clubes de Rumanía hasta llegar a un Steaua de Bucarest histórico. El equipo era ya un viejo conocido en Europa, pero justo antes de la llegada de Hagi había roto su techo con la conquista de la Copa de Europa. Con su fichaje se consagró como dominador, ampliando una racha de imbatibilidad en la liga rumana que superó los 100 partidos y se prolongó durante años.

De Rumanía al Real Madrid

Era todo un ídolo en Rumanía ya cuando el Real Madrid llamó a su puerta. Fue en 1990 y llegó justo a tiempo para celebrar el título de campeón de la Supercopa de España, cuyo billete se habían ganado los blancos tras conquistar la liga española el año previo. Cayó de pie en las alineaciones blancas de John Benjamin Toshack, siendo titular indiscutible desde el primer día, pero echando raíces en el Bernabéu en unos años convulsos.

Pese a la sobrada calidad de la que hizo gala, la difícil década de los 90 hizo mella. Falto de títulos más allá de otra Supercopa nacional y una pieza fundamental en los Clásicos de aquellos años, nada hacía presagiar que años después acabaría enfundándose la camiseta del eterno rival. No tomó el camino directo, eso sí, sino que este salto vino impulsado por una etapa en el Brescia que hizo de trampolín.

Una tentación culé cargada de morbo

Consagrado también como un súperclase en Italia recibió la tentación del Barça. Sin embargo, tras poner sobre una balanza los pros y los contras de esta 'traición', decidió aceptar la propuesta azulgrana. El 'Maradona de los Cárpatos', como ya era conocido en Rumanía después de haber sido la estrella de la selección rumana que alcanzó su techo en los cuartos de final del Mundial de EEUU 1994, heredó el '10' del FC Barcelona. El cambio de camiseta quedó consumado en un verano del 96 en el que se convirtió en enemigo público uno del madridismo.

La que fue su afición pasó a albergar su mayor hostilidad durante las dos campañas que jugó de azulgrana. Pero tampoco en Can Barça gozó de la suerte necesaria para tocar el cielo en España. También se adueñó del medio campo culé durante estos cursos, aunque problemas físicos mermaron su continuidad en estos meses y su participación no bastó para cubrir la mayor laguna de su carrera: nunca ganó ni Liga, ni Copa del Rey, ni Copa de Europa.

Pese a dejar para el recuerdo grandísimos detalles de su calidad, volvió a tener que conformarse con un único título como barcelonista. Con otra Supercopa de España, que supo a poco, cerró su etapa en la liga española antes de enfilar su último reto como jugador. Sí fue enriquecedora en todos los sentidos la aventura que le deparaba el Galatasaray, donde se convirtió en genio y figura en los cinco años que pasó de corto en Estambul.

¿Qué hace ahora?

Sólo unas semanas pasaron desde que Hagi cambiase los terrenos de juego por los banquillos. Empezó en esta nueva etapa a lo grande, tomando las riendas de la selección rumana con la que tanto había hecho disfrutar vestido de corto. Fue una etapa anecdótica, con sólo dos partidos oficiales contabilizados y resumidos en un empate contra Georgia y una victoria frente a Hungría.

Pero ya había se había prendido la mecha del Hagi entrenador. Y es que en el este de Europa fue capaz de dejarse ver en el área técnica de clubes en los que no gozó de demasiada suerte. Turquía le acogió con los brazos abiertos para una corta etapa en el Bursaspor que precedió a su fichaje por el Galatasaray, donde celebró su primer título como técnico alzando la copa turca.

Poco después de la celebración llegó la hora de la despedida. Tras ese verano de 2005 tocó emprender el camino de vuelta a 'casa'. En su Rumanía natal siguió dando pasos en esta nueva faceta, tomando las riendas del Poli Timisoara durante unos meses y dando el salto a un histórico como el Steaua de Bucarest, donde apenas aguantó tres meses en el cargo. Y así, harto de desamores y decepciones en el fútbol, fundó el Viitorul en la región de Constanza en 2009 y se puso también el traje de entrenador unas temporadas más tardes.

Desde el banquillo vivió Hagi el crecimiento de su equipo desde la tercera hasta la primera división rumana, enfrentándose a los más grandes de su país en lo que supuso la consagración de su proyecto. Presidente y técnico a partes iguales desde hace más de una década, ha sido capaz incluso de 'colar' a sus pupilos incluso en una fase previa de Conference League, con su equipo refundado ya con el nombre de Farul Constanza tras una fusión con el club que le abrió las puertas como jugador.

Y aunque su etapa como entrenador ha tocado fin precisamente este 2025, cuando decidió renunciar al cargo al final de la temporada 24/25, su vínculo con los terrenos de juego sigue intacto. Como anunció en su comunicado de despedida, Hagi optó por centrarse en sus tareas dentro de la directiva. También se le ha podido ver vestido de corto en los últimos meses, todavía acudiendo a las llamadas para participar en eventos solidarios entre leyendas, y está siguiendo la carrera en la élite de su hijo Ianis Hagi, quien incluso compitió en España con la camiseta del Deportivo Alavés.