'Los bienes de este mundo', una obra maestra de Irène Némirovsky
Publicada en 1947, la novela se adentra en los horrores de la guerra

'Los bienes de este mundo', una obra maestra de Irène Némirovsky
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Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903 y murió en el campo de concentración de Auschwitz en 1942. Es la autora, entre otras obras, de 'El ardor de la sangre', 'El maestro de almas', 'El vino de la soledad', 'Los fuegos de otoño' o 'Suite francesa' además de 'El baile', 'El malentendido' y 'David Golder'.
Publicada por entregas bajo el epígrafe «Obra inédita de una mujer joven» para eludir la prohibición de trabajar que el gobierno de Vichy imponía a los judíos, 'Los bienes de este mundo' se editó en 1947 en formato de libro, cinco años después del asesinato de Irène Némirovsky en Auschwitz. Es una novela extraordinaria, llena de emoción, de fuerza, de esperanza y que cuenta muy bien los horrores de la guerra y cómo la historia se repite, ante nuestra indiferencia.
Como señala Jacinta Cremades en El Cultural, Némirovsky se sumerge en el periodo de entreguerras en Francia como muy pocos escritores lo hacen. Escribe con la inmediatez de quien lo ha vivido en su propia piel, primero de niña junto a una madre, más asidua a las fiestas que maternal, y luego de joven, luchando contra las normas de una sociedad burguesa a la que pertenecía. Némirovsky retrata, y vive, un momento histórico en el que todo, las costumbres, las ideas, las fronteras, se están desmoronando. 'Los bienes de este mundo' cuenta con precisión la vida de una familia desde 1900 hasta el advenimiento de la II Guerra Mundial.
Según Ángel Silvelo Gabriel los acontecimientos cotidianos y vitales que corren en paralelo a los grandes avatares de la historia de la humanidad encuentran en “Los bienes de este mundo” un cálido acomodo que resulta sorprendente. Y eso que muestra una realidad espeluznante. Némirovsky retrata a los personajes con todo tipo de detalles psicológicos. Cada uno de ellos representa, de cierta manera, a un prototipo social, el avaro, el soñador, el inconformista, el romántico, el traidor. Pero todos ellos se mueven por amor. El amor con sus múltiples manifestaciones: la pasión, el deseo, el rencor, el odio... adquiere en esta novela toda una nueva dimensión, porque compite y se superpone a esa barbarie humana que significan los enfrentamientos bélicos.
La habilidad y maestría con la que Irène Némirovsky es capaz de convertir vidas de personas particulares y anónimas en grandes epopeyas de la vida y del ser humano no deja de sorprender. Esa capacidad de síntesis, aparte de mantenernos en tensión, nos proporciona una panorámica única y cenital del ser humano. Los hechos que se narran en “Los bienes de este mundo” están escritos casi a la vez que sucedían en la realidad, y esa translación mágica del espacio-tiempo, Némirovsky la maneja magistralmente, y alcanza, en 'Los bienes de este mundo', grandes cotas narrativas, justo las anteriores a las que para los críticos es su obra maestra, 'Suite francesa'.
'Los bienes de este mundo' no son aquellos que se acumulan en forma de dinero o de amores comprados por la conveniencia, sino otros, que todos conocemos de sobra y a los que en demasiadas ocasiones damos la espalda, víctimas de la ceguera más absoluta. El ser humano y sus sentimientos están por encima de los Estados, las guerras y los grandes poderes económicos, parece decirnos la escritora que, desgraciadamente, sufrió en su propia persona la barbarie de la sinrazón nazi.




