El suicidio de Junts
Si la ruptura de Junts desemboca en apoyo a una moción de censura, el negocio de Puigdemont y de sus empleados será cero
El suicidio de Junts
Madrid
La ruptura de Junts con la legislatura puede verse desde varios puntos de vista. El Gobierno lo lamenta, discretamente. El PP, está contento, aunque no confía mucho en nada. Que lo digieran como mejor puedan.
En todo caso, el argumento de Carles Puigdemont de que los pactos que no ejecutan (los demás) suponen acuerdos rotos, es de risa: el nacionalismo de los padres de Puigdemont se basó en el apoyo a la Constitución, y él la rompió, mañana, tarde y noche, así que lecciones y quejas a los demás, las justas. Las justitas. Y de aplicar la amnistía a Puigdemont, que se ocupe Santiago Abascal, a ambos les encantará.
Otros, los catalanes vulnerados y los españoles sufridos y ambas cosas al mismo tiempo, lo vemos de otra manera. Un poco menos triste, y también menos rutilante. La ruptura de Junts es el suicidio de Junts. El suicidio del pujolismo. Es decir, de una cierta moderación, sí, cínica, sí. Pero también de la corrupción estructural, del supremacismo nacionalista, del insoportable identitarismo: esas partidas bautismales de Convergència y de Junts.
Si la ruptura desemboca en apoyo a una moción de censura –podríamos apostar a que no, pero nunca se sabe-- el negocio de Carles Puigdemont y de sus empleados será cero. Quedará como mero comparsa de los ultras de Vox y de Aliança Catalana, y su viaje a Waterloo no habrá valido un pimiento. Y si es solo marcar distancias, apuntar y no dar, importunar sin matar, y así hasta el infinito, la heroicidad es también casi cero.
Así que podríamos augurar un fin poco glorioso para este partido tan amigo de ultimatums, impertinencias y chantajes. Compasión. O alegría. Elijan.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica píldoras de opinión radiofónicas en 'Hora 25'.