Guillermo Alonso explica el doble rasero de contar la verdad en cualquier situación: "A veces es radioactiva"
El escritor plantea que revelar ciertas verdades puede ser más destructivo que sanador

Guillermo Alonso explica el doble rasero de contar la verdad en cualquier situación: "A veces es radioactiva"
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
En la última edición de La cena de los idiotés, de la Cadena SER, el escritor Guillermo Alonso planteó un dilema que terminó convirtiéndose en una reflexión sobre el valor y el peligro de la verdad. Alonso compartió una historia ficticia sobre un hermano fallecido que dejó un manuscrito revelador sobre el comportamiento cruel de su padre. El dilema: ¿entregar ese texto a su madre, ahora felizmente reconciliada con su marido, o protegerla del dolor que esa verdad podría provocar?
La conclusión de Alonso fue clara y contundente: "A veces la verdad es radioactiva". Para él, hay verdades que no sanan, sino que destruyen. "Hay muchos dilemas que se plantean en esta mesa que van sobre decir una verdad que creo que al final al único al que ayuda de una forma egoísta es a ti, porque te la quitas de encima. Porque es una cosa radioactiva que tienes que soltar".
Alonso defendió que no siempre decir la verdad es un acto de honestidad, sino que puede ser una forma de provocar daño innecesario: "Si una verdad va a provocar dolor, no estás siendo ni sincero ni honesto ni buena persona. Estás provocando dolor".
Su postura generó debate entre los participantes, que discutieron sobre el derecho a saber, el momento adecuado para revelar secretos familiares y el papel que juega el silencio en la convivencia. ¿Es siempre mejor saber? ¿O hay momentos en los que el desconocimiento preserva la paz?
La frase de Alonso encapsula una tensión muy presente en la vida cotidiana y en el periodismo: la verdad como principio ético frente a la verdad como detonante emocional. En un tiempo donde la transparencia se reivindica como valor absoluto, su reflexión invita a matizar: no toda verdad es liberadora, y no toda mentira es cobarde.
Guillermo Alonso dejó sobre la mesa una idea incómoda pero necesaria: hay verdades que, como los residuos nucleares, deben manejarse con extrema precaución.





