Mazón es el estratega; Feijóo, solo el portavoz

Madrid

No nos engañemos. Alberto Núñez Feijóo parece exigirle hoy a su colega Carlos Mazón, (solo lo parece) que conteste a “todas las preguntas” sobre qué hizo cuando desapareció el día de la dana, mañana hará un año. Pero al pobre Mazón le será difícil contestar.

Porque si ha ocultado la verdad durante un año entero, si ha dado mil y una explicaciones, todas esotéricas, contradictorias y vergonzantes, es porque decirla le dejaba fuera de juego: ¿porque estaba jugando a algún tontorrón jueguito de mesa mientras la gente se ahogaba?; ¿o en situación inmoral, según el baremo conservador?; ¿o porque no se veía sobrio y tenía que dormir un ratito?. O por cualquier otro motivo feúcho.

Así que Mazón callará. No quiere dimitir, aunque ya ha logrado lo esencial: el cómputo de meses suficientes para obtener el sueldo eterno de ex presidente valenciano.

El es el hombre fuerte, el verdadero estratega del PP: Ni Ayuso, ni Moreno Bonilla, ni Feijóo. Fue él el exitoso paladín de la alianza con Vox, el primero en coligarse y meter a los ultras en su Gobierno; el primero en remodelar su equipo mediante el voto conjunto de los presupuestos con Vox. Y Feijóo le agradeció esa infame estabilidad que le acreditaba como presidenciable serio, felicitándolo por su “buen trabajo”, un aplauso de vocero, de claca.

Pero al mismo tiempo, Mazón también es el más débil: veremos cuánto aguanta la verdad judicial que se abre paso: que mientras yacía, vagaba o dormía, sus conciudadanos se ahogaban, en agua, no en alcohol. Mientras el Gobierno de la nación hacía mucho que había pedido al valenciano la señal de alerta, como se ha verificado hoy. Mañana, más.