Toñi Delgado: "La pastilla para llevar mejor el tratamiento del cáncer de mama es el deporte"

Turrialba (Costa Rica)

La undécima edición del Reto Pelayo Vida ha entrado en una nueva fase. Tras el abandono de Eduina, que sigue de cerca la evolución de sus compañeras, la expedición recorre ya la vertiente caribeña del país con una etapa mixta que consta de bicicleta de montaña y rafting. Para respiro de Toñi, Idoia, Mapi y Vero, la mayoría de las pendientes del tramo sobre las dos ruedas serán favorables. Un descenso técnico, con zonas delicadas de roca y barro, que también provoca alguna caída sin consecuencias. “En una de ellas me he asustado un poco, pensé que del tortazo habría hasta daños en el casco”, confiesa Vero. Aparcada la bicicleta tras 30 kilómetros de esfuerzo, la aventura se detiene en la ribera del Río Pejivalle.

Y es que Costa Rica, cuenta también como otros de sus recursos naturales con unos 200 ríos a lo largo de su geografía. En el Pejivalle, las integrantes del Reto se enfrentarán a una disciplina prácticamente desconocida: el rafting. En la orilla y con los nervios de la primera vez, todas escuchan las indicaciones de Eduardo, uno de los guías locales. “Nos ha explicado tantas cosas nuevas de golpe que pensé que no seríamos capaces ni de avanzar cinco metros”, relata entre risas Idoia. Pero nada de eso, el grupo desciende el río a un buen ritmo y disfruta de la diversidad del entorno: “Es como una postal permanente, te quedas embobada”, explica Mapi. Y es que además de la abundante y variada vegetación, el día ha servido para escuchar a los monos aulladores o descubrir aves como el caracara y la aninga americana. Un día redondo, del que Toñi se felicita mientras se sacude el agua al bajar de la embarcación: “Ahora me arrepiento de no haber probado el rafting antes en mi vida, ha sido una etapa muy divertida”.

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Toñi Delgado se define a sí misma como una persona discreta. “Esta hazaña no es mía, es del equipo”, repite. Esta cordobesa de 44 años, afincada en Madrid donde trabaja en banca de inversión, supo que tenía cáncer de mama apenas cuatro meses después de casarse: “Me revisaban cada seis meses por que tenía el pecho fibroso, ya había fibroadenomas desde hacía años. Menudo regalo de luna de miel”. Para colmo, junto a su pareja Pedro, había decidido ser madre a través de la fecundación in vitro. “Los abortos y las dificultades para tener hijos por culpa del cáncer es un tema tabú, no se habla, por el dolor que todo ello implica”, explica Toñi.

Aunque ahora está recuperada, su tratamiento tuvo sus altibajos: “Me sentía fuerte físicamente, entrenaba mucho, pero por culpa de la toxicidad del tratamiento sufrí calambres muy fuertes en brazos, manos y pies, que derivaron en todo el cuerpo. La última sesión de quimio no me la pudieron dar. Y ahí toqué fondo”. Para la aventurera cordobesa, la receta para ayudar al cuerpo y a la mente a salir adelante, siempre estuvo clara: “La pastilla para llevar mejor el tratamiento contra el cáncer, los efectos secundarios, eliminar toxicidad del organismo y aumentar tu calidad de vida es sin duda el deporte”. Incluso ha corrido diferentes pruebas de media maratón en los últimos años, pero Toñi tampoco quiere quitar el foco del trabajo a nivel psicológico que ha realizado desde el diagnóstico: “Es muy importante la conexión con una misma, priorizarse. Fui a terapia para sentirme bien, para asimilarlo y trabajar el aspecto emocional”.

Toñi se ha centrado en los últimos meses en prepararse a conciencia para este Reto Pelayo Vida. Pieza indispensable del grupo, explica que “estamos cohesionadas desde el primer día, nos apoyamos en todo momento y ya somos amigas para siempre”. Sobre qué nuevo desafío deportivo acometerá después de Costa Rica, Toñi duda: “No sé qué haré, me he focalizado tanto en esto…”. Pero tras unos segundos de duda, continúa: “Haré varias carreras antes de final de año y para 2026 quiero apuntarme a mi primera maratón”.

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