El día en el que Cristóbal Colón se presentó frente al mundo como el mensajero de Dios: "Estoy siendo iluminado por el Espíritu Santo"

En una carta escrita en 1501 a los Reyes Católicos, Cristóbal Colón afirmó sin titubeos que su misión estaba siendo guiada por el mismísimo Espíritu Santo. No era una metáfora ni una fórmula retórica: Colón se veía a sí mismo como un instrumento divino, un elegido para cumplir las profecías bíblicas. "Estoy siendo iluminado por el Espíritu Santo", escribió, convencido de que su viaje no solo era una empresa geográfica, sino espiritual.

Esta dimensión mística de Colón, poco explorada en los libros de texto, fue el eje del último episodio de SER Historia, donde Nacho Ares y Jesús Callejo viajaron al 29 de febrero de 1504, fecha en la que Colón, varado en Jamaica durante su cuarto viaje, recurrió a un eclipse lunar para convencer a los caciques indígenas de que Dios estaba de su parte. Les advirtió que, si no les daban alimento, haría que la luna se tiñera de sangre. Y así ocurrió. El fenómeno astronómico, previsto por Colón gracias a sus almanaques, fue interpretado como una señal divina. Los nativos, aterrados, accedieron a seguir alimentando a la tripulación hasta que llegaron los refuerzos.

La historiadora canaria Ariadna Criado, autora del libro Colón, el mensajero de Dios, sostiene que la religión es clave para entender la figura del navegante. En sus cartas, Colón se refiere a sí mismo como el encargado de revelar el "nuevo cielo y nueva tierra" anunciado en el Apocalipsis y en el libro de Isaías. Según Criado, Colón no solo se creía un descubridor, sino el ejecutor de una misión profética que debía culminar con la conquista de Jerusalén y la construcción del Tercer Templo de Salomón.

Mientras algunos expertos ven en estas declaraciones rasgos de megalomanía, Criado defiende que esta dimensión espiritual es la clave para entender su identidad. En una época en la que otros habrían ardido en la hoguera por afirmaciones similares, Colón fue protegido, quizá, sugiere la autor, por ser un instrumento del Vaticano.