Serenos, indignados
Naiara, familiar de una de las víctimas de la dana valenciana, ha sabido guardar silencio por los suyos, acompañado de justas peticiones de justicia durante su discurso en el homenaje de Estado

Madrid
“Hay muchas almas rotas” en esta sala, ha dicho ella, Naiara, entera, relatando el amor de su cómplice muerto, explicándoselo a sus retoños.
Emoción intensa. Y al mismo tiempo contenida. Sobria e igualmente indignada. La ciudadanía valenciana ha sido digna, sabia, muy sabia, al combinar sentimientos distintos, encontrados, todos evidentes, en este homenaje de Estado a las 237 víctimas, un año después de la catástrofe.
Ha sabido guardar silencio por los suyos, ese silencio desgarrador de meses y meses, acompañado de justas peticiones de justicia. Un silencio elegante, sereno, triste. Y también ahora mismo. Ha sabido combinarlo con puntuales, discretas, pero rotundas calificaciones, hacia el principal culpable: el que no estaba. El que hoy tampoco estaba con la gente sufrida y sufridora, porque nadie quería saludarle; el que quiso estar --eso sí, un año más tarde--, pero le invitaron a volver a su rincón.
La dana valenciana fue, y sigue siendo porque sus efectos aún continúan, una de las más graves tragedias que hemos vivido unas cuantas generaciones.
Que el tiempo sea generoso y cure las heridas abiertas por el temporal y que algunos solo supieron agravar.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




