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Opinión

Un rey contra sus ciudadanos

El Emérito no entiende que le pidamos que rinda cuentas y nos acusa de ser unos desagradecidos

Najat El Hachmi: "Un rey contra sus ciudadanos"

Madrid

Iba a decir un rey contra sus súbditos porque suele pasar que los reyes tienen súbditos y los ciudadanos no tienen rey, pero en una monarquía parlamentaria parece posible conciliar esos dos regímenes en principio antagónicos. En todo caso, esa compatibilidad solo puede ser posible si el que ejerce el cargo de jefe del Estado tiene un comportamiento intachable de respeto a las leyes de su propio país.

En su día se aceptó que un español esté por encima de los demás y goce de privilegios por razones meramente biológicas, que ese era el peaje que había que pagar para garantizar la estabilidad de un país en transición. De acuerdo, pero eso tenía que pasar por asumir plenamente los valores de la democracia. ¿Cómo marida ser jefe de un país regido por el Estado de derecho con recibir millones de euros de un monarca de tipo medieval como el de Arabia Saudí que tiene por costumbre descuartizar periodistas? O con el compadreo con otro sanguinario de plomo fácil, Hassan II, de quien Juan Carlos decía que era como un hermano.

De pequeña ya me parecía raro que se pudiera ser amigo de un dictador y a la vez jefe de un Estado democrático y moderno. Pero el Emérito no entiende que le pidamos que rinda cuentas y nos acusa de ser unos desagradecidos. Como si la democracia la hubiera hecho él solito y eso fuera una dispensa eterna. Como si hubiéramos vuelto al Antiguo Régimen.