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Edward Berger: "Ahora todos somos un grupo de individualistas que piensa que Gucci nos hará felices"

El director alemán, autor de las premiadas 'Sin novedad en el frente' y 'Cónclave', estrena en Netflix 'Maldita suerte', un viaje salvaje por Macao con Colin Farrell de ludópata triste

Edward Berger en el pasado Festival de San Sebastián (Photo by JB Lacroix/WireImage) / JB Lacroix

Edward Berger en el pasado Festival de San Sebastián (Photo by JB Lacroix/WireImage)

Madrid

Tras el éxito inesperado de 'Sin novedad en el frente', con la que ganó el Oscar a Mejor Película Internacional, y 'Cónclave', el thriller papal más comentado, el alemán Edward Berger vuelve a colaborar con Netflix en 'Maldita suerte', una propuesta muy alejada de las anteriores pero con un fondo en común. El director adapta la novela publicada por Lawrence Osborne en 2014, la historia de un irlandés que se hace pasar por lord inglés en los casinos de Macao. El descenso a la locura de un ludópata entre deudas, apuestas y excesos. La película sigue a este personaje que encarna Colin Farrell en un desaforado viaje existencial repleto de excesos, tantos como las luces que inundan esa ciudad, la de la perdición, la codicia y el vicio para tantos occidentales. El autor alemán cambia la fascinación por la imaginería católica y las traiciones dentro del Vaticano por una estridente aproximación a este universo y, aunque la propuesta es fallida y agotadora, bajo el fondo de esa historia, Edward Berger dibuja una pesadilla capitalista que se convierte casi en película de terror.

Después del éxito de 'Sin novedad en el frente' y 'Cónclave', ¿por qué te interesaba contar esta historia?

Conocí al productor Mike Goodridge hace unos ocho años y me dio el libro de Lawrence Osborne para que lo leyera. Y pensé, vaya, esto podría ser muy bueno. Una fábula, una balada, sobre nuestra vida actual, y se fue haciendo cada vez más relevante con el paso del tiempo, a medida que pasaban los años y escribíamos el guion porque es básicamente una película sobre las etapas finales de la democracia liberal y el capitalismo. Está la obsesión por el consumismo, el libre mercado que nos prometieron, el lujo, Gucci, el champán y todas esas ideas que nos traerían a todos riqueza y felicidad. Y ahora nos sacrificamos en aras de eso. Sacrificamos cosas como la fe y la comunidad y lo perdimos. Y ahora todos somos un grupo de individualistas que piensan que Gucci nos hará felices. Y nos damos cuenta de que no es así. Y de eso trata la historia, eso es lo que está pasando Colin Farrell en esta película. Y, en última instancia, el amor y la compasión triunfan sobre la codicia en la película. Y por eso quería hacer una película sobre eso. Además, nos lleva a Macao, a un mundo del que no sabía nada. 'Cónclave' era una película bastante mesurada. Una película arquitectónica reflexiva, muy precisa. Y esta es una ópera pop grandilocuente. Buscaba lo contrario, algo nuevo de lo que hablar.

¿Por qué describe esta película como una ópera pop?

Es exuberante, es eléctrica. es exagerada, todo es demasiado. Fui a una exposición durante mi estancia en Hong Kong, donde Bruce Nauman había expueso, y él dijo: «Quería hacer arte que impactara, que golpeara a la gente en la cara con un bate de béisbol y eso es lo que Macao es para mí. Es un ataque a los sentidos. Es demasiado estridente, es demasiado colorido, es demasiado grande, todo es más y más. Y eso tenía que encontrar su lugar en la película. Y también creo que contrasta maravillosamente con la fragilidad que retrata Colin Farrell.

El año pasado con 'Cónclave' conversamos sobre esa fascinación para un autor criado en la simbología protestante con el imaginario católico ¿Sintió lo mismo en Macao? ¿Los casinos son también una especie de templos?

Absolutamente, pero para mí son estructuras de vacío y tristeza. Hay una gran melancolía ahí, no es como una celebración, es una obsesión. Y en China también se lo toman muy en serio. No es entretenimiento, no es como si Céline Dion tocara a la vuelta de la esquina. Todo gira en torno al juego y las apuestas.

¿Es cierto que conociste a Colin Farrell en una sauna de Londres?

Sí (risas) Nos habíamos conocido antes pero nos encontramos ahí. Cuando haces este tipo de películas, vas a festivales, das premios, cosas así, y te encuentras una y otra vez. Dio la casualidad que nos quedamos en el mismo hotel en Londres y tienen una sauna muy bonita, así que en algún momento bajé las escaleras, y ahí estaba él sentado, y empezamos a hablar. Colin es la personificación de la generosidad. Es tan generoso con sus emociones, con la información que da sobre sí mismo, con la vulnerabilidad que vemos en sus ojos. Es decir, si ves la serie de 'El Pinguino', tiene un kilo de maquillaje en la cara, un kilo de prótesis, y aún así, mirando sus ojos, sientes pena por él. Eso es muy difícil de lograr. Y también en esta película, porque es vulnerable, nos coge de la mano y sentimos pena por él, aunque es un sinvergüenza, pero nos gusta. Y además de eso, me gusta que sea un irlandés que se hace pasar por un inglés aristocrático. Pensé que eso sería divertido.

¿Crees que hay una conexión entre todas tus películas, quizás entre los personajes que buscan la paz en este mundo?

Buena apreciación. Creo que son personajes que están rotos. Felix Kammerer está indeciso en 'Sin novedad en el frente' y, al final, encuentra la paz en la muerte. Ralph Fiennes está plagado de dudas sobre su fe y, en última instancia, encuentra la paz, sin resolverlo todo, pero puede dar el siguiente paso. Lo mismo pasa con Colin. Es un hombre que tiene dificultades para superar su vacío interior, dificultades para llenar su soledad. Y termina en una playa mirando fuegos artificiales y, con suerte, encontrando un pequeño momento de paz en su interior. Y la conexión también es que a todos los miramos desde una perspectiva muy cercana. Te pongo en la piel de Colin Farrell y haré que sientas lo que él siente. Siempre me interesa eso. Y hacer que comprendas tus propias vulnerabilidades, defectos o adicciones.

Es una película que explica también cómo opera el mercado y cómo se mueve el dinero ¿Es imposible escapar del capitalismo?

Estamos en una etapa en la que necesitamos redefinirnos. Todas las democracias se están desmoronando, están amenazadas. El mercado parece dominarlo todo. Y a la vez entendemos que cada vez más personas no estén contentas con este panorama. Yo nací en los 70, pertenecía a una generación que básicamente venía de la guerra y reconstruyó Europa, todos trabajaron muy duro con ese objetivo y disfruté de los frutos de ese trabajo. Siempre iba hacia arriba, cada año mejor, el crecimiento constante de la economía. Y ahora estamos casi ante la generación de la destrucción. Lo estamos destruyendo todo de nuevo. Por eso creo que necesitamos encontrar un modelo en el que podamos empezar a construir de nuevo juntos.

¿Cuáles fueron tus referencias para esta película? ¿Te has inspirado para otras películas?

He visto muchas películas y la inspiración viene de los lugares más extraños. Algunas películas la vi cuando estudiaba y están dentro de mí, siempre las he admirado. Las películas de Johnnie Toe, las películas de Hou Hsiao-Hsien o Wong Kar-wai, el cine de los 80 y los 90 en Hong Kong ha sido una gran influencia en la película. Pero también hay una película John Huston que se llama 'Bajo el volcán' que también me influyó. Las referencias vienen de sitios muy diferentes. En lo visual en este caso el desafío fue encontrar la toma precisa, la expresión que mostrase qué pasa dentro del alma de Colin Farrell, a veces es algo grande y otras es algo poético y muy frágil.

Eres un director alemán que ganó un Oscar con Netflix con una película bélica en alemán. Luego rodaste 'Cónclave' con estrellas internacionales. Ahora vuelves a trabajar en Netflix con alguien como Colin Farrell ¿Te sientes parte ya de Hollywood o vives entre dos mundos?

Me siento parte, pero para mí Hollywood ya no es un lugar. Es más una oportunidad. Denis Villeneuve vive en Montreal, Alfonso Cuarón vive en Londres, hay muchos cineastas así. No es dónde estés sino cómo te relacionas con el sistema. Yo lo he experimentado desde un lugar realmente liberador. E Europa siempre te dicen, si te vas allí, van a hacer lo que quieran con tu película y todas esas, todas esas ideas preconcebidas sobre Hollywood que no he encontrado hasta ahora. Quizá me pase en el futuro, pero puedo hacer películas que antes no podíamos hacer. Y creo que si tienes una visión lo suficientemente sólida y una idea de cómo hacer la película, te van a dejar explorar ese camino, aunque en el proceso dudes. No tienes que esconderte y ser fuerte en todo momento, pero si tienes una historia que contar, la gente confiará en ti. Hasta ahora, he descubierto que es un lugar de oportunidades para mí.

Y por último, me preguntaba cómo eliges tus proyectos. ¿Es más la conexión emocional o el desafío de explorar un un territorio desconocido?

Ambas cosas. Creo que lo ideal es que sea algo que no haya hecho antes, que diga en un momento, no sé cómo hacer esto. Necesito que me desafíen. Una película es como una conversación de tres años y llega un momento que necesitas irte al otro extremo. Como Truffaut, haces una película para hacer estallar la anterior. Tiene que ser un territorio desconocido, un desafío y una exploración personal. Lo más importante es que, de algún modo, provenga de mi interior. Necesito sentir algún tipo de conexión con lo que dice la película o con lo que está pasando el personaje. Tiene que ser básicamente parte de mi vida.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 

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