La propuesta de Andreu Buenafuente a la Unesco para clasificar a los ancianos "Esto habría que revisarlo"

En el último episodio de Nadie Sabe Nada de la Cadena SER, Andreu Buenafuente lanzó una propuesta que, tocó una fibra sensible: que la UNESCO establezca una clasificación oficial de las edades humanas. "Esto habría que revisarlo", dijo Berto, tras escuchar por enésima vez que alguien de 77 años había muerto “muy joven”.

"Cada vez escucho más que alguien con setenta y pico años muere y se dice: 'era joven'. Incluso 'muy joven'. Hombre, pues no", ironizó Berto. "Que estuviera bien, lo compro. Pero muy joven… esto habría que revisarlo".

A partir de ahí, Buenafuente propuso, en tono de parodia institucional, que un organismo internacional como la UNESCO se encargue de establecer una nomenclatura clara y universal para las etapas de la vida. "Joven, no tan joven, viejo, anciano…", enumeró. "Para que ya tú pudieras seguir un reglamento internacional".

La propuesta, aunque nacida del humor, pone el foco en una cuestión real: la dificultad social para hablar de la vejez sin eufemismos ni condescendencia. En una sociedad que idolatra la juventud y teme el envejecimiento, la muerte de una persona mayor suele ir acompañada de frases como "era muy joven" o "aún le quedaba mucho por vivir", aunque los datos objetivos digan otra cosa.

Romero recogió la idea y la amplió con una reflexión sobre cómo cambia la percepción de la edad con el paso del tiempo. "Cuando eres joven, ves el mundo dividido entre jóvenes y viejos. Pero cuando te haces mayor, descubres que dentro del ser viejo hay muchos tipos", explicó. "Está la prevejez, que es lo que tengo yo ahora. Digo: ‘ya estoy mayor’, pero dentro de unos años esto será juventud pura cuando lo recuerde".

Además, Berto describió el último tramo de la vida como "el último skin", una especie de estado final de la vejez en el que, si se llega bien, se puede "aguantar muchísimo". "Ahí ya ni las enfermedades agarran. Te puedes quedar ahí como un martillo enterrado en paja·, bromeó.

"Lo que pasa es que ya no se puede hablar de nada", se quejó Buenafuente, anticipando la posible reacción a su propuesta. "Hablar de edad ya es hacer edadismo".

La propuesta a la UNESCO, por supuesto, no pasará de ser una ocurrencia radiofónica. Pero entre esa ocurrencia se cuela una verdad incómoda: vivimos en una sociedad que no sabe muy bien cómo hablar del envejecimiento sin disfrazarlo. Y quizá, como sugiere Buenafuente, no vendría mal que alguien de la UNESCO pusiera un poco de orden.